La soberbia siempre es un presagio de
fracaso, por eso eres sabio cuando reconoces el valor de la humildad.
Siendo humilde eres capaz de reconocer
tus límites sin dejar de apreciar tus talentos y usarlos bien.
Siendo humilde escuchas a todos con
atención, no juzgas, de todos aprendes y a nadie menosprecias.
Jesús
fue sencillo y dijo que aquel
que se ensalza será humillado y el que es humilde será ensalzado.
Examina con sinceridad tu actuar y manda al exilio cualquier
actitud de orgullo, arrogancia o vanagloria.
No te engolosines con lo vano, no dejes que el poder o lo
aparente te hipnoticen y te cieguen.
Las relaciones siempre fluyen cuando
eres sencillo y
también valoras todo lo pequeño y no solo lo que es grandioso.
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