Tu
vida es inherentemente rica en muchos niveles, y sin embargo, tus propios
pensamientos y sentimientos negativos pueden opacar todas las cosas buenas.
Cuanto más negatividad puedas soltar, más le permitirás a Dios que pueda
cumplir con tu plan de vida.
Deja a un lado tu necesidad de juzgar, tu hábito de
sentir miedo, tu deseo de sentirte
ofendido. Elije perdonar, elije actuar con valentía, elije servir a los demás,
elije comprender y sentir la riqueza que llena tu vida.
Deja
de luchar para justificarte y para expresar tus impulsos negativos. En su
lugar, disfruta de vivir libremente en paz y armonía dentro de un sentido de
bondad.
Deléitese con todos los dones que Dios te ha dado
sirviendo a quienes te rodean. Vive la experiencia de la magnitud que
representa vivir hoy con amor y generosidad.
En lugar de obsesionarte con las carencias y los
problemas del momento, celebra la riqueza de la vida. Mira más allá de tus
preocupaciones menores y mira tus grandes posibilidades positivas.
La
inmensa riqueza de tu vida siempre está a tu alcance. Deja un lado las cosas
pequeñas y negativas y vive la
experiencia de que la riqueza que te ofrece la vida y no olvides darle las
gracias a Dios.
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