La concupiscencia son
fundamentalmente los deseos desordenados, que enfocados en los bienes
aparentes, inclinan al hombre al error y
al sufrimiento. El desorden de
los deseos privan al hombre de su verdadero bien o de su único bien: la bienaventuranza. Es decir el
principio ordenador del universo.
La bienaventuranza es desde el
punto de vista espiritual y ético un principio ordenador porque por la ley del
retorno (cosecharas tu siembra)
retribuye bendición a los
edificantes y progresivos y maldición a los caóticos y destructivos, es
decir "dos caminos,
dos retribuciones", esto se expresa en el Salmo de los dos caminos
(Salmo 1) del Antiguo Testamento y las 4 bienaventuranzas (Lucas 6:20-23) y 4
malaventuranzas (Lucas 6:24-26) del evangelio de Lucas.
El premio de la bienaventuranza
son los frutos del espíritu: la paz, la alegría. En cambio la retribución del
pecado (el camino del error) es clara: la ruina y la muerte, somos responsables del camino
que elegimos en un sentido u otro.
Hablar de la consupiscencia es
hablar de la codicia. Sobre la
naturaleza de la concupiscencia el nuevo testamento nos explica:
"Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el
mal, ni tienta a nadie, sino que cada
uno es tentado por su propia concupiscencia, que lo atrae y lo seduce. La concupiscencia es la madre
del pecado, y éste una vez cometido, engrendra la muerte." Carta de
Santiago 1: 13-15.
Los diez mandamientos hacen una referencia clara al problema de la concupiscencia y se lo
considera una falta grave, el décimo mandamiento en Éxodo 20:17 dice: "No codiciarás la casa de
tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava,
ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca".
También Jesús en los evangelios hace una mención al tema de la
concupiscencia: "Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer
deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" Mateo
5:28.
La
virtud de la templanza, según Aristóteles, es la virtud de la parte irracional del hombre que
trabaja sobre la moderación de los deseos y las pasiones.
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