1. Esa dieta puede no ser para ti
Pocos se sorprenderán al conocer
a alguien que sigue la misma dieta que la estrella de Instagram del momento. El
razonamiento es sencillo: si
él o ella ha adelgazado tanto en tan poco tiempo, yo también lo lograré si hago
lo mismo. Sin embargo, seguir esa lógica puede ser un error. Para el
dietista-nutricionista Jaume Giménez, director de Nutritional Coaching , uno de los motivos principales
por los que una dieta para perder peso no funciona es por la falta de
personalización.
“Para que una dieta funcione debe tener en cuenta el ritmo o
el estilo de vida de la persona, sus preferencias alimentarias y
características individuales, sino de nada sirve una pauta de alimentación perfecta”,
indica el experto. Y es que cuando se trata de comida no existe una única
fórmula para todos. Un reciente estudio elaborado por el King’s College de
Londres, el Hospital General de Massachusetts y la compañía de nutrición Zoe ha
determinado que una misma
guía alimentaria influye de manera diferente en cada individuo. Incluso,
si esa otra persona es tu hermano gemelo.
Durante dos semanas, los
científicos monitorizaron el azúcar en sangre, el nivel de grasas y otros
marcadores sanguíneos en 1.100 adultos (el 60% de ellos, gemelos genéticamente
idénticos). Las
conclusiones fueron que las diferencias personales en el metabolismo
relacionadas con las bacterias intestinales, el tiempo de las comidas y el
ejercicio tenían el mismo nivel de influencia que la composición de los
alimentos.
2. Dormir poco (y mal)
Son muchos los estudios que lo
confirman: dormir mal
puede hacerte engordar. La explicación es, según una investigación del
Instituto Médico de Howard Hughes, que se altera el ritmo circadiano -por el que nuestro organismo
está acostumbrado a dormir de noche y a estar despierto durante las horas de
luz- y disminuye el gasto energético diario total. En el mismo texto,
publicado en la revista científica PNAS, se señala que la insuficiencia del
sueño impacta en la
segregación de las hormonas asociadas al hambre y la saciedad.
En esta línea, Giménez añade que descansar menos horas de las
necesarias puede alterar el área de recompensa cerebral, lo que lleva al
organismo a escoger productos ricos en azúcares, carbohidratos y grasas para
satisfacerse. “Es una
especie de mecanismo fisiológico para aguantar más horas despiertos: comemos
más y productos poco saludables”, sostiene.
Además, a la falta de sueño se le asocian cambios en el
humor y un incremento de los niveles de estrés, otro de los factores que
puede hacer que perder peso sea una carrera de obstáculos y, en conjunto, un
círculo vicioso de malos hábitos.
3. El estrés y la ansiedad
El estrés es uno de los grandes
males de nuestra sociedad. Sin ir más lejos, según el VII estudio CinfaSalud, nueve de cada diez españoles han
sentido estrés en el último año. De entre todas las complicaciones que
este problema conlleva, se encuentra la de no perder -o incluso ganar- peso. Un
grupo de científicos de la organización Orlando Health ha constatado una relación directa entre las
dificultades emocionales como el estrés, la ansiedad o la depresión, y un mayor
Índice de Masa Corporal (IMC).
La doctora en alimentación y
salud y coach nutricional, Sara Tulipani, explica que el estrés provoca un aumento de sustancias como la
adrenalina y el cortisol, lo que hace que nuestro organismo esté en un estado
permanente de alerta. “Se trata de una respuesta de supervivencia que se
ha mantenido evolutivamente. En la prehistoria, cuando al Homo Sapiens le
perseguía un león, el cuerpo reaccionaba liberando estas sustancias que, entre
otras funciones, causan un
aumento de la reserva energética, necesaria para huir”. La experta añade
que el problema ahora es que nuestro cuerpo no sabe diferenciar entre el estrés
que nos generaba un león y el estrés provocado por el exceso de trabajo. Así, nuestro cuerpo continúa
almacenando grasas que no llega a quemar.
4. No estar emocionalmente preparado
Ambos expertos coinciden en que el estado emocional de la
persona es determinante para que una dieta funcione. Para Tulipani, entender la dieta como un deber
o una obligación a corto plazo es un error muy común. “El problema en
estas fechas es que nos urge perder peso lo más rápido posible y nos adherimos a unas estrictas
pautas que no son suficientes para nuestro cerebro, al que no le gustan
las reglas”.
Para la coach nutricional, la
estrategia más eficaz es la del largo plazo: “debe haber primero una toma de conciencia de por qué se
ha empezado a comer mal, de cuál es la relación con la comida y luego, se debe
entender la nutrición como un estilo de vida, como un global en el que
se cuida también la calidad del sueño, el nivel afectivo o de relajación”,
recomienda.
La motivación es clave para conseguir un objetivo y
superar las principales barreras que hacen que una dieta no sea adherente”
Por su parte, Giménez asegura que
no todos los momentos son
adecuados para iniciar una dieta para perder peso, sino que en algunas
personas es más un deseo que una realidad. “La motivación es clave para conseguir un objetivo y
superar las principales barreras que hacen que una dieta no sea adherente, como
los problemas con el autocontrol, un mal comportamiento en los eventos
sociales o durante las vacaciones, no compatibilizarlo con una correcta
actividad física o tener pensamientos negativos”.
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