Cuando queremos eludir una realidad
empleamos un lenguaje evasivo que no habla directamente de ella.
Un buen
ejemplo son todas las
frases populares que se emplean sobre la muerte evitando mencionarla:
Las que
siguen son bien frecuentes en México: Se nos adelantó, se lo cargó la flaca, colgó los tenis,
entregó el equipo, se llamaba.
Se
petatió, ya está con San
Pedro, estiró la pata, lo sacaron con los pies por delante.
Otras
muy usadas para no decir murió son estas: Se durmió, partió al cielo, viajó, ya es una estrellita,
Dios se lo llevó, ya es un ángel.
Con
ellas negamos la realidad en lugar de enfrentarla con una actitud de aceptación, desapego
y confianza.
En
occidente debemos aprender del oriente, donde la muerte no se ve tan dramática ni horrible.
A un
pequeño le dicen “papá se durmió o viajó” y él le coge pánico a dormir y viajar
o a que lo hagan los que ama. Si le dicen “Dios se lo llevó” desde niño pelea con un dios injusto.
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