Rafael
Wenceslao Núñez Moledo, nació el 28 de septiembre de 1825 en Cartagena de
Indias, y fue un político y escritor colombiano que se desempeñó en varias
oportunidades como presidente de su país.
Con 15 años, participó en la guerra civil de los
Supremos, en 1840. Luego, recién graduado en leyes, inició sus labores como
periodista fundando el diario La Democracia, de corte liberal radical. Más por
conveniencia que por amor, se casó en 1851 con Dolores Gallego, con quien tuvo
dos hijos.
A partir de su nombramiento como senador por Panamá,
luchó contra los intereses individuales sin límites, por la separación entre la
Iglesia y el Estado, y apoyó el nombramiento de los gobernadores por voto
popular. Fue secretario de
Gobierno, Guerra y Hacienda. Más tarde ocupó el cargo de director de Crédito
Público y le correspondió llevar a cabo las reformas del presidente Mosquera
contra la Iglesia.
Pasó
luego a la diplomacia y residió en Europa, separado de hecho de su esposa. Años
después se casaría con Soledad Román Polanco. En el Viejo Continente
recibió la influencia del positivismo spenceriano, que le sirvió para
reflexionar sobre la situación de crisis de Colombia y acuñar su famosa frase:
"Regeneración o catástrofe".
Lideró
La Regeneración, el movimiento político surgido en Colombia a finales del siglo
XIX para cambiar la organización del gobierno y la sociedad. A su vez,
fue el autor de la letra del Himno Nacional de Colombia, adoptado oficialmente
en 1920.
Entre 1876 y 1878 lideró a los liberales independientes
aglutinados en el Movimiento de la Regeneración, opuesto al decadente
radicalismo y, cuando llegó a la presidencia de la República para gobernar en
el período 1880-1882, se consagró a efectuar los cambios que tanto había
anhelado: con la creación del Banco Nacional intentó romper la dependencia que tenía el Estado de las instituciones
bancarias privadas.
Su
segunda administración, entre 1884-1886, se vio afectada por la guerra civil
desatada por el radicalismo. Su tercer gobierno entre 1886 y 1888, se
destacó por la aprobación del Concordato con la Santa Sede en 1887. Su último
período presidencial, entre 1892 y 1898, fue ejercido por el vicepresidente
Miguel Antonio Caro.
Falleció el 18 de septiembre de 1894, víctima de un
derrame cerebral. El Congreso en pleno firmó una moción de duelo en su memoria,
su funeral duró dos días y se realizó en la
capilla de San Juan de Dios de Cartagena.
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