Primero veamos cómo la Biblia, La
Palabra de Dios, describe “el amor” y después veremos algunos ejemplos que se
aplican a Dios.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene
envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca
lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se
goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser.” (1 Corintios 13:4-8ª)
Esta
es la descripción que Dios hace del amor. Así es como es Dios, y los cristianos tienen que hacer de éste su meta. La más
grande expresión del amor de Dios nos es comunicada en Juan 3:16 y Romanos 5:8 “Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.” “Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Podemos ver
por estos versos que el deseo más grande de Dios es que nos unamos con Él en Su
hogar eterno, el cielo. Él hizo posible este camino, pagando el precio por
nuestros pecados. Él nos ama, porque así lo decidió como un acto de Su
voluntad. “Mi corazón se
conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.” (Oseas 11:8b). El
amor perdona. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)
El
amor (Dios) no se impone a nadie. Aquellos que vienen a Él lo hacen en
respuesta del llamamiento de Su amor. El amor (Dios) muestra bondad hacia
todos. El amor (Jesús) prodigó el bien a todos, sin parcialidad. El amor
(Jesús) nunca codició lo que otros tenían, viviendo una vida humilde sin
quejarse. El amor (Jesús) nunca se jactó de quién era en la carne, aunque Él
podía dominar fácilmente a cualquiera que entrara en contacto con Él. El amor
(Dios) no demanda obediencia. Dios no demandaba obediencia de Su Hijo, sino más
bien, Jesús obedecía gustosamente a Su Padre celestial. “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre y
como el Padre me mandó, así hago.” (Juan 14:31). El amor (Jesús) estuvo
y está siempre viendo por los intereses de otros.
Esta breve descripción del amor, revela
una vida sin egoísmo, en contraste con la vida egoísta del hombre natural. Asombrosamente, Dios
ha otorgado a aquellos que reciben a Su Hijo Jesucristo como su Salvador
personal del pecado, la
habilidad de amar como Él lo hace, a través del poder del Espíritu Santo
(ver Juan 1:12; 1 Juan 3:1, 23, 24).
¡Qué privilegio y que desafío tenemos!
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