Errar
es de humanos; pero, para los líderes, los errores pueden ser un gran problema. Los gerentes tienen un gran alcance, así que sus errores suelen perjudicar a muchos: empleados, accionistas y la
sociedad en general.
Además, los líderes suelen creer que la gente
a cargo de algo tiene
mejores instintos y toman mejores decisiones que el resto del común. Por tanto, confesar sus errores
no es una experiencia muy agradable para un director general. “Se supone que
los líderes son concluyentes, están en lo correcto y son confiados”.
Sin embargo, cuando se hace con cuidado, admitir los errores puede
aumentar la estatura de un líder. La directora general de Creative
Display Solutions, fue sincera cuando en junio de 2006 le informó a los empleados
que, debido a sus propios
errores y distracciones, la compañía tenía un grave problema de flujo de caja
y que, por tanto, no podía pagar los salarios. Ella sabía que el anuncio sería
totalmente inesperado. Hasta
la fecha, Creative Display Solutions había crecido sostenidamente. Seis
meses antes había sido premiada por una organización sin fines de lucro. El
premio incluía un préstamo de US$ 45 mil, entre otras cosas.
El discurso de la Gerente fue sencillo: “Todo lo que puedo decir es que
lo siento”, le dijo al personal. También dijo que la peor parte recaería
sobre ella y su esposo, pues no recibirían salario alguno. La Gerente no sólo
dijo lo que había salido mal sino,
además, lo que ella había hecho mal. “Estábamos tan concentrados en acelerar el crecimiento que
no vimos el problema”, confiesa.
Cuando
el líder se atribuye la culpa, los empleados confían en que este no volverá a
cometer el mismo error. “Cuando admitimos nuestra culpa, es importante demostrar
qué hemos aprendido, que estamos conscientes del impacto que generamos
en los demás y qué estamos dispuestos a hacer”. “Pero debemos ofrecer una
alternativa, aunque sea un proceso para establecer cuál fue la causa del
problema”.
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