Para salvar nuestra pobre alma, hay que estar dispuesto a
todo.
Parece ser más acorde a la voluntad de Dios que,
interrumpiendo la clama de la oración, salgamos a trabajar en el mundo.
Pidamos
al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta
ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo!.
Pido perdón por las injusticias infligidas a los no
católicos en el curso de la atormentada historia de estas gentes; y al mismo
tiempo aseguro el perdón de la Iglesia Católica por el daño que han sufrido sus
hijos.
Podemos caminar lo que queramos, edificar muchas cosas,
pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG
(Organización no gubernamental) que da pena, pero no en la Iglesia, esposa del
Señor
Pon cada día ante ese espejo (Cristo) y escruta
continuamente tu rostro en él, para poder adornarte de todas las virtudes.
Poned
empeño en aprovechar las pequeñas ocasiones que Dios os va presentando, poned
en ello vuestra virtud y no en desear grandes empresas; porque suele
suceder que se deja uno vencer por un mosquito y está combatiendo contra
monstruos imaginarios.
Por medio de la justicia, la verdad se cierne sobre las
ruinas de las opiniones que antiguamente gobernaban el mundo.
Por
mucho que se diga, el corazón habla al corazón, mientras que la lengua no habla
más que a los oídos.
Porque dando es como recibimos, perdonando es como somos
perdonados, y muriendo en ti es como nacemos en la vida eterna.
Prefiero
una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una
Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias
seguridades.
Que la paz que anuncian con sus palabras esté primero en
sus corazones.
Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de
guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay
verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia y
solidaridad.
Querer ser pobre y no sufrir por ello incomodidad, es
querer el honor de la pobreza y la comodidad de las riquezas.
Querido
amigos, que ninguna adversidad los paralice. No tengan miedo al mundo, ni al
futuro, ni a su debilidad. El Señor les ha otorgado vivir en este momento de la
historia, para que gracias a su fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.
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