El mundo desarrollado se encuentra inmerso en lo
que se podría llamar una “economía de la abundancia”, y esto trae como
consecuencia que las relaciones comerciales que una vez constituyeron la base
del proceso productivo ya no sean de mucho uso para las compañías.
De hecho, ya las compañías no pueden determinar su éxito sobre la base de
criterios puramente financieros o internos, sino que deben hacerlo a partir de
la relación que han logrado establecer con el cliente. De lo contrario, corren el riesgo de que su
producto o servicio se vuelva una mera mercancía sin mayor ventaja competitiva.
El cliente y el empleado creativo son los últimos bastiones de valor que le
quedan en la organización de hoy en día. Por tanto, es de suma importancia, por una parte, crear una
estrecha relación con el cliente; y, por la otra, crear un clima laboral que
favorezca la creatividad.
ABUNDANCIA DE TODO LO
BUENO
El mundo ha llegado a un punto en el que la abundancia se ha vuelto algo común.
Por primera vez en la historia, los suministros de casi todas las mercancías
superan la demanda de un modo que no es cíclico. Este es un mundo en el que la
sobreproducción se está topando con una disminución de la demanda en todo el
mundo desarrollado. Por tanto, hay buenas probabilidades de que las sociedades
no sufran de escasez durante mucho tiempo.
EL DURADERO PRINCIPIO DEL
ÉXITO
Las compañías deben dejar de lado el tipo de comportamiento que las ha
mantenido vivas durante todo este tiempo y tomar decisiones sobre la base, no
tanto de lo que conviene, sino
de principios. Sin embargo, este enfoque nunca ha sido sencillo para los
líderes de empresas, porque implica estrategias a largo plazo y un cambio en la forma de
tratar a empleados y clientes.
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