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LA ENSEÑANZA DE LA ETICA


En la carrera por hacer dinero, algunas personalidades del mundo de los negocios han mentido insistentemente y sin recato, ante lo cual muchos se preguntan si realmente vale la pena obtener el éxito al costo que sea.

El mentir y ser deshonesto se han convertido en una parte aceptada del quehacer comercial y de la vida en general. Para cambiar la tendencia, las empresas, las escuelas de negocios y los líderes corporativos deberían tomar medidas sistemáticas y masivas.

Algunos expertos consideran que muchos altos ejecutivos piensan simplemente que los escándalos pasarán, algunos se preocupan por las implicaciones éticas, pero simplemente no les interesa trabajar por descubrir la raíz del problema: cuando se trata de hacer dinero, cualquier comportamiento pareciera ser aceptable.

El mal se acrecienta en las pequeñas empresas que son menos dadas a tener programas éticos. Otros opinan que la carencia de honestidad está tan arraigada que es poco probable que la regulación o persecución tengan un impacto significativo. Simplemente no se puede legislar la moral. Por otra parte los líderes corporativos se han divorciado aún más de los trabajadores y de los valores, así como se ha multiplicado su salario. Adicionalmente, cada vez las personas confían más en las fuerzas del mercado que en el gobierno como gestoras de la ética, lo cual crea una separación mayor (se le delega la responsabilidad a otra fuerza social).

Las regulaciones son poco efectivas porque tampoco cambian las causas fundamentales del problema. Pareciera como si la cultura se hubiera volcado a la celebración de la deshonestidad. Al parecer se tiene la noción de que las multas y penalizaciones son vías para salir de un problema rápidamente, lo que supone que no ha habido un cambio social.

Esta tolerancia al mal comportamiento ha dañado seriamente la confianza en el mundo comercial. El cambio debería estar liderado por la gente del mundo de los negocios. Este sector debe modificar drásticamente sus sistemas internos de gobierno, crear evaluadores confiables de comportamiento, definir sistemas que puedan anticipar problemas éticos y contar con líderes que no sólo promuevan el comportamiento ético sino que instituyan estándares en la corporación.

Pero para hacer una transformación real, la sociedad como un todo debe cambiar. El público debe internalizar la idea de que el proceso es tan importante como el resultado y que el éxito material no es determinante.

Para reducir el comportamiento antiético en el mundo empresarial, las escuelas, colegios, universidades y postgrados deben hacer de la educación moral un componente esencial de su curriculum.

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