Una
submicroscópica estructura molecular, no viviente, nos está recordando que
nuestro hogar es el lugar más seguro y placentero donde podemos estar.
Los
capitalistas están aprendiendo que la producción será muy importante pero no
indispensable.
Los religiosos están comprendiendo que no solo en los templos se
ora y medita.
Las grandes metrópolis están entendiendo que si bien la circulación es
importante, el no circular también puede salvar vidas.
Las líneas aéreas están aprendiendo a bajar los precios de los pasajes.
Los petroleros están entendiendo que estamos aprendiendo que la clave para bajar
sus precios es reduciendo el uso de los vehículos.
Wall Street ha aprendido a cerrar para que no se explote su burbuja.
En fin, parece que estamos siendo objeto de un entrenamiento global
solo para que aprendamos a
vivir una vida más sostenible en la cual lo más importante es valorar nuestro único hogar,
por lo menos por ahora, el planeta Tierra.
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