Ese
profundo pensador que fue Krishnamurti, 1895-1986, decía que no puede existir la libertad sin el
amor:
“Libertad implica amor; no significa la
irresponsabilidad de hacer lo que se nos antoja, lo que nos plazca”.
Por una
ironía de la vida, quien
confunde la libertad con hacer lo que quiere, muchas veces termina siendo un
esclavo.
Un
pobre prisionero de sus apetencias bajas, un adicto o un ser manejado por sus instintos.
El amor le da alas a la libertad, pero también le fija confines;
la alinea con la libertad de los demás.
El amor
le dice a la libertad: “Haz
lo que quieras respetando a los demás, sin despreciarlos y sin hacerles daño”.
Vuela libre como el viento, pero recuerda que cada ser
tiene su territorio y sus derechos.
Tuyo es el espacio infinito, los cielos
y la tierra, sin
embargo, también son de
todos y para todos”.
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