Existen
situaciones en la vida que nadie espera, y que nos hacen sentir impotentes. Somos
demasiado vulnerables y un simple virus puso en jaque a toda la humanidad. Llegó
el momento en que nadie tiene a donde ir, ni cosas para hacer y la falta de
tiempo se ACABÓ. Estamos “encerrados” en casa y "presos" por el
CORONAVIRUS. Somos conscientes
que tenemos un problema global y que la familia es ahora la prioridad.
Lecciones que estamos aprendiendo del CORONAVIRUS:
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Que el virus nos libra de la ARROGANCIA, porque vemos que no somos nada
y no tenemos el control de nada. Nos libra de la ENVIDIA, porque podemos
entender que no sirve para nada y nos LIBERA, porque nos deja LIBRES para tener miedo, para sentirnos
impotentes y para no correr detrás de nada.
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Que este encierro nos permite REENCONTRARNOS con nosotros mismos y con NUESTRA
FAMILIA.
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Que nos damos cuenta que lo vital es gratis como el aire, el amor, el
sol, la lluvia, la sonrisa, la naturaleza… Que no nos debemos complicar
con buscar mucho dinero, si
con poco también se vive y quizás mucho mejor.
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Que ahora entendemos muy bien el valor de las palabras solidaridad, amor,
fuerza y fe.
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Nos dimos cuenta que todos estamos en el mismo barco, ricos y pobres,
blancos y negros, sacerdotes y laicos, políticos, presidentes, gerentes,
empleados etc. logrando la
igualdad social que parecía ser un imposible.
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Que el Dinero, el Fútbol, la Diversión y la
Política pasaron a ser
nuestros dioses derrocados.
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Que estar aislados no significa que estamos solos y que reencontrarnos con
nosotros mismos es algo grande.
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Que hemos sido una sociedad tremendamente
egoísta y poco solidaria y por tanto debemos detener la loca carrera de la vida
para colaborar con los
demás asumiendo nuestra responsabilidad.
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Que debemos dejar las armas y entre todos encontrar una cura para la
enfermedad y además solucionar los problemas de la pobreza extrema, la
desnutrición, el analfabetismo para lograr un mundo más justo.
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Que para ser feliz no hay necesidad de llenar de
sellos el pasaporte. Aprendemos a cancelar vuelos, planes y eventos y cambiamos
patrones, hábitos y falsas
necesidades para
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elegir algo nuevo, algo que no sabíamos que queríamos o podíamos hacer,
sentir o tener.
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Que nuestra mejor protección: LA ESPIRITUALIDAD.
Nuestro mejor refugio: EL HOGAR. Nuestra mejor compañía: LA FAMILIA. Nuestro tiempo real: HOY
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Que el llamado de la naturaleza es a DETENERNOS
y su mensaje es a ESPERAR y a RESPETAR
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Esta pandemia nos mostró el verdadero sitio que deben ocupar en la
sociedad las personas que trabajan con la salud, así como los campesinos que
nos proveen de alimentos.
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Que el coronavirus llegó para quedarse y podrán
venir nuevas mutaciones y cepas de contagio, hasta que se descubra la vacuna, o hasta que el
organismo cree las defensas, o hasta que el virus se vaya, así como vino. Pero si aprendimos la lección,
estaremos más preparados para afrontar lo que venga.
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Que no es justo que algunos gobernantes desconozcan la magnitud de la
tragedia y pongan en peligro a su gente y a los habitantes de los demás países.
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Que en la cuarentena debemos hacer lo correcto y
cumplir las recomendaciones sanitarias de los expertos. Así mismo castigar duramente a los irresponsables que
han desobedecido las órdenes de aislamiento y las demás disposiciones.
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Que en este mundo globalizado e hiperconectado cualquier noticia que ocurra en algún
lugar remoto nos podrá afectar a todos.
“Todo está en todo y nada existe aisladamente”. Somos muy vulnerables a la desinformación, a los medios y a las redes sociales
que algunas veces nos manipulan. Aprendimos que no podemos tragar entero, que debemos
ponerle un filtro a la información, que debemos validar las fuentes y la
procedencia de los datos y consultar mejor antes de tomar una decisión, o de asumir
una posición.
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Que podemos aprender a compartir más en familia para
vivir mejor. La pandemia mostró cuáles son
las cosas importantes en la vida y que cosas son superfluas.
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Que con la cuarentena se logró que la contaminación de las ciudades disminuyera
rápidamente a limites insospechados con solo dejar de circular los
automóviles y detener algunas fábricas. Es el momento de pensar en energías limpias y en
utilizar medios de movilización más amigables con el planeta. No podemos seguir
contaminando el aire de las ciudades, ni el agua de nuestros mares y ríos.
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Que hay que preparar mejor a padres y profesores en el uso de las nuevas
tecnologías a fin de que orienten mejor a nuestros hijos para que dominen
las nuevas tecnologías de la información y se conviertan en ciudadanos del mundo.
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Ha sido una oportunidad para comprobar que “el teletrabajo” es una herramienta
que nos permite tener más tiempo para compartir con nuestras familias.
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Que el miedo a la muerte nos acompañará en adelante como una sombra y
por tanto debemos aprender a manejarla para que no nos paralice.
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Que es hora de servir, de sanar y de despertar al amor y a la
comprensión. Y de aceptar a los demás tal como son.
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Que es hora de entender que la libertad es algo que está en nuestra
mente.
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Que probablemente a la pandemia le seguirá una
crisis económica de carácter global que exige la solidaridad de todos especialmente con los menos
favorecidos.
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Que una crisis como ésta, desborda asuntos
políticos, sociales y religiosos y por tanto requiere soluciones globales que trasciendan países y
gobiernos.
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Que es hora de soltar los apegos y de volver a
ser más humanos. Que debemos amar
lo que somos y lo que hacemos. Que no debemos tener miedo a perder lo
que somos, ni lo que tenemos. Que no nos podemos dejar llevar por el ego. Así es que descubriremos nuestra
verdadera riqueza.
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La cuarentena nos ha obligado a repensar quienes somos, que queremos,
hacia dónde vamos y como queremos vivir.
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Aprendimos que debemos cultivar más el espíritu.
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Que vivimos en un sistema complejo con múltiples subsistemas que interactúan
y que también son interdependientes. La solución a la pandemia que hoy
está azotando al planeta, requiere
de un trabajo planificado y coordinado por parte de todos los gobiernos del
mundo.
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Que el ciudadano de a pie no puede seguir ajeno
a la política y a las decisiones que se toman dentro del Estado. Debemos asumir, como pueblo y como
sociedad, el control del Estado para incidir en la capacidad de generar
bienestar social.
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Que ante todo somos seres humanos, por lo tanto
debemos buscar la conexión
de la política y la economía con la gente.
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Que somos una sociedad muy injusta por lo que debemos
ser más solidarios.
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Que debemos valorar más lo que somos.
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Que debemos aprender a liberar, a dejar ir y a detener
la cultura de compras y consumo y a cambiar nuestros patrones culturales donde se promueva la
solidaridad, la responsabilidad individual con conciencia colectiva, o de lo contrario estaremos
condenados como especie a desaparecer de la faz del planeta.
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Que para la humanidad no hay vuelta atrás con esta pandemia, o salvamos
el planeta o nuestra existencia tiene los días contados. No es una
posibilidad remota, es una verdad impostergable.
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Que para enfrentar esta crisis hay que preservar y garantizar la
SALUD, la ALIMENTACIÓN y el EMPLEO. Si no hay empleo no hay
ingresos y si no hay ingresos habrá hambre !!!
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Que debemos comprar los productos locales y ser solidarios ayudando a
la familia, a los amigos, a los vecinos, a los ancianos y a los mas desprotegidos.
(No se puede acaparar los artículos que requerimos todos).
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Que de esta crisis saldrán más redes
colaborativas fortaleciendo la solidaridad en la búsqueda del bien común.
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Aprendimos en la cuarentena la importancia de hacer videollamadas a los enfermos.
Es una gran oportunidad
para recuperar las amistades olvidadas y para ayudarles solidarizándonos
con su causa.
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Aprendimos también que cuando las calles comienzan a quedarse solas por la
cuarentena, los animales recuperan su espacio. La naturaleza obra y se
recupera sola.
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Aprendimos a reconocer y apreciar más el valor de la Libertad y
a sensibilizamos con las
personas que están en las cárceles, así como, con las mascotas que están amarradas o
enjauladas.
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Aprendimos que lavarse las manos regularmente con
agua y jabón evita infectarnos.
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Que en las grandes ciudades y en los medios de
transporte masivo ha sido donde se han contaminado más personas por el virus y por
tanto esperamos que esto
sirva para que la gente regrese nuevamente al campo.
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Que en medio de la crisis hay que tener la mejor actitud para
seguir viviendo y para soportar los golpes y para no rendirse…, aunque los
sueños se rompan en pedazos.
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Que no hemos perdido la capacidad de soñar.
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Que cuando la epidemia pase seremos mejores personas y habremos
recibido la mejor lección de vida, porque habremos entendido lo frágil
que significa estar vivos. Seremos
“los milagrosos sobrevivientes de un naufragio colectivo”.
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Que debemos adaptarnos y comprender la nueva la realidad. Que el
mundo va en la dirección correcta y entender que es imprescindible que colaboremos todos.
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Que la cuarentena nos obliga a planificar todo: Hay que empezar a crear
nuevas rutinas como leer, jugar con los hijos, cocinar algo especial, escuchar
música, aprovechar para ver películas. Es recomendable establecer horarios
y tener las provisiones necesarias. Mantenernos informados de fuentes oficiales
y fiables y tener los contactos de las personas claves. También hacer algo de deporte para reducir los
síntomas de depresión y ansiedad y vigilar el estado de salud de los que te
rodean.
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Que debemos cuidar el estado de ánimo, lo que
dices y cómo lo dices. Especialmente si tenemos niños en casa.
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Que las palabras “amor” y “consciencia” son las palabras más útiles en
medio de la pandemia: Ponerle “amor” a todo lo que hacemos y ser “conscientes”
de todo lo que nos está pasando y de lo que debemos hacer.
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Que la pandemia nos hace que volvamos a DIOS porque es ÉL y solamente
ÉL quien puede protegernos.
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Que el secreto es persistir y visualizar lo mejor, controlar la mente,
orar asiduamente y recordar que cuando la fe crece, los miedos se van.
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Que el universo anda como debe ser, responde a un orden perfecto que
está regido por Dios. Lo que vivimos actualmente nos lleva a aprender nuevas lecciones. Dios
no castiga, solo enseña.
Es
hora de lavar nuestras manos, nuestra mente, de valorar lo que tenemos y de enfrentar
nuestros miedos y de desprendernos de lo que no necesitamos.
Es
hora de despertar al amor y a la sabiduría de lo que está pasando y es
hora de servir a los que nos rodean.
Dios
te recuerda que es lo importante y así mismo te manda los mensajes que debes
comprender.
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