El 7 de septiembre de 2001, la Asamblea General de la ONU decidió que a partir de 2002, el Día Internacional de la Paz sería conmemorado cada 21 de septiembre, fecha en que se señalaría la atención de todos los pueblos para la celebración y observancia de la paz.
Declaró que "el Día Internacional de la Paz se determinaba en adelante como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, con el fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una tregua de hostilidades durante todo ese día".
También invitó a todos los Estados miembros, a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, a las organizaciones regionales y no gubernamentales a conmemorar de manera adecuada el Día Internacional de la Paz realizando, entre otras cosas, actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública, y a colaborar con las Naciones Unidas en el establecimiento de una suspensión del fuego mundial.
Un 11 de septiembre, el mundo entero se detuvo y fue testigo del fatal acontecimiento de la destrucción de las torres gemelas en los Estados Unidos.
Pudimos deducir y concluir que la paz no es un hecho de motivación o de fuerza momentánea, ligera y pasajera, sino un estado para saber tolerar, siendo esta la verdadera y eficaz base de la convivencia. Sin ir muy lejos de nuestra realidad, falta una verdadera convicción de educar y cultivar desde nuestras familias lo importante de ser personas tolerantes, de aceptarnos como somos, de respetar las diferencias. De lo contrario, se perciben con facilidad las guerras y enemistades entre los mismos integrantes del hogar que, luego, las secuelas son vistas en los colegios por ejemplo, en donde nuestros niños armados cobran venganzas.
No podemos seguir tolerando y viviendo entre la guerra y la imaginación de una paz inalcanzable, sino en la cultura de la emergencia constructiva. La clave está en nuestras propias manos, debemos lograr formular una manera eficiente de ejercer el poder y el liderazgo, sin dejar de coexistir.
Debemos trabajar mancomunadamente para que los sectores y personas que simpatizan con la guerra y tratan de llevarla más allá de las fronteras exterminen para siempre este estado que afecta al mundo.
El compromiso es muy claro: No podemos ser movidos vanamente por lo que sucede a nuestro alrededor, debemos estar convencidos de que si no existe una paz interior, es imposible hallarla y vivirla exteriormente, es decir, debemos compartir una armonía total e incluyente.
Discutir y redondear, no en el concepto, sino en la práctica diaria de la paz, es a veces un tema tan difícil de abarcar como de reconocer, si no existe un intrínseco anhelo y convencimiento de tranquilidad, sosiego y armonía. Es imposible reconocer y detectar el valioso resultado en el contexto, por eso es tan compleja nuestra relación y compresión en nuestras familias, en el trabajo o en el núcleo donde a diario interactúo sin detenimiento y aceptación de las diferencias.
El mundo entero quiere vivir en paz y clama por un derecho humanitario, en el que los límites de un posible acuerdo de paz no sean límites para extender la agonía ni favorecer la política internacional como instrumento de la guerra.
“La paz es el compromiso más importante de las Naciones Unidas asi como
la promoción de los derechos humanos y el desarrollo.
"En este Día Internacional, hagamos el compromiso de que la paz sea no sólo una prioridad, sino una pasión,"
"Comprometámonos a hacer más, donde sea que estemos y en la forma que podamos, para que cada día sea un día de la paz".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios