Tocar fondo no es necesario, pero eso eligen los que prefieren hundirse en la ciénaga del mal.
Jesús habló de esto en la preciosa parábola del hijo que se va de la casa y derrocha su herencia.
Como bien lo narra el capítulo quince de San Lucas, ese hijo solo recapacita cuando está sin un denario y el hambre lo acosa .
Toca fondo y, qué falla, no aprende en la escuela del amor, sino en la escuela del sufrimiento.
Tú, en cambio, no sufras ni hagas sufrir a los que te aman .
Reconoce tus fallas o vacíos y busca ayuda ya.
Son dos pasos de profunda humildad que los orgullosos se resisten a dar mientras se engañan diciendo: “Yo no tengo problemas” o
“yo manejo esto solo” o
“nadie le ayuda a uno” o
“no creo en psicólogos ni consejeros”.
Se mueven en arenas movidas y un día no hay modo de ayudaros porque es demasiado tarde.
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