María y Jesús, espejos diáfanos del
buen obrar a los que quiero imitar siempre en sus excelsas virtudes.
Dos
seres de radiante luz, de amor total, ricos en compasión y coherencia.
Su
presencia es una fuente
prodigiosa de inspiración, son faros y fuente de energía.
María, madre llena de amor, tan dulce y
humilde, tan servicial,
muy valiente allí bajo la cruz de tu amado hijo.
Y tú
glorioso Jesús, también
valiente al enseñar que Dios es amor puro y no un Dios que juzga y al que hay
que temer.
Tan sabias y sencillas tus parábolas, tan clara tu enseñanza sobre un
amor que debe abandonar todo tipo de juicios.
Sólo hay que amar.
Jeshua
y Mariám, gracias por su amor ilimitado.
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