Cuando la vida nos desafíe, es necesario que despierte y aflore todo ese mundo de posibilidades que cada uno de nosotros alberga en su interior.
Convertidos en «peregrinos» en esta senda de crecimiento y evolución, vamos despertando a esa realidad más amplia, a una realidad que está definida no tanto por lo que hacemos, sino, sobre todo, por aquello que somos.
¿Y si creas tu propio futuro en lugar de encontrártelo?
La cuestión no es qué va a pasar sino qué voy a hacer.
Muchas veces la adversidad, bien gestionada, puede ser el mejor trampolín para el uso de todas nuestras potencialidades latentes.
Cuando la vida nos desafíe, es necesario que despierte y aflore todo ese mundo de posibilidades que cada uno de nosotros alberga en su interior.
Lo que hay delante de nuestra y detrás de nuestra no es nada comparable con lo que hay dentro de nosotros mismos.
La salvación de nuestro mundo se encuentra en el corazón de las personas, en su humildad, responsabilidad y capacidad de reflexión.
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