Recuerda,
tu responsabilidad es tal, que no la puedes pasar a ningún otro, no la puedes
arrojar sobre ningún otro. Tu responsabilidad es absolutamente tuya. La prosperidad en tu vida depende exclusivamente de ti. Tu tendrás que pensar, tu
tendrás que sentir, tu tendrás que meditar, tu tendrás que corregir tus
equivocaciones. Y déjame que te recuerde de nuevo: quizás te encuentres en
situaciones en las que antes nunca te encontraste y te preguntas ¿por qué debes
pasar por ellas?
Te
recomiendo que mantengas activa tu atención consciente para sobrepasar esa
determinada situación aprendiendo la enseñanza que Dios te quería dar. Porque si al contrario transitas por ella sin aprender el
significado en cualquier otro momento futuro volverá a ti de una forma
diferente para que
aprendas la lección.
La
mente ejerce mayor influencia entre nosotros, por eso vale la pena tratar de
alcanzar la paz mental y la salud global (cuerpo- mente – espíritu- emoción). El progreso material es importante pero debemos equilibrarlo con
nuestra paz interior y al
alcanzarla seremos capaces de enfrentar situaciones con calma y madurez.
El
dar y el recibir tienen la misma importancia. El recibir
es una manifestación de que también sabemos dar. Si queremos recibir, necesitamos estar abiertos a ello,
debemos aceptarlo libremente sin limitar el flujo de energía. Es también
aceptarnos y tener conciencia de que merecemos recibir.
Cuando
en nuestra vida recibimos y aceptamos libremente con humildad muestras de
afecto, cumplidos, respeto, admiración, etc., estamos aceptando que merecemos
todo lo bueno que la vida nos ofrece fácilmente. Y aúnque estas
características no pertenecen al dinero o al mundo material en sí, es un acto
de la conciencia del merecer y aceptar. En cambio si el recibir un elogio es motivo de pena, y si
alguien nos dice “gracias” contestamos con un “no fue nada”, le estamos
restando valor a nuestras capacidades. Estaremos rechazando el flujo del
recibir.
Si
damos estas mismas muestras de respeto, admiración y cortesía a nuestros
semejantes, no debemos dudar en que se nos serán devueltas, multiplicadas, pero
hay que estar abiertos a recibirlo, hay que aceptarlo, si no lo hacemos, es
posible que no venga, hasta que estemos preparados para ello.
Cuando nosotros no sabemos dar amor,
respeto o no valoramos las acciones de los demás, estamos cerrando nuestra
conciencia de dar. El dar
sin esperar nada a cambio nos brinda la oportunidad de sentirnos útiles,
el dar también nos provee de satisfacciones.
Cuando decimos que al dar no debes
esperar nada a cambio, es realmente que no debes exigir que la persona a la que le estás dando responda
como tu quieres o deseas. Es cierto que es muy bonito cuando alguien
responde recíprocamente a nuestras muestras de amor y ayuda, pero si no lo
hace, en el momento en que lo esperas, alguien lo hará en un futuro. Si en este momento tu ayudas a
alguien y ese alguien no lo valoró dándote la espalda en el momento en que tu
lo necesitabas, vendrá otra persona que sabrá extenderte la mano.
En la vida, no hay nada que quede sin recompensa, todo se devuelve, y
si has hecho el bien, ese bien regresará a ti manifestado en las
diferentes personas que conozcas y en las diferentes circunstancias que se te
presenten. El no saber
dar, es un estado de pobreza también, independientemente del dinero que
pudieras tener concentrado en el banco. El no saber dar te lleva a un estado de vacío interior permanente
que se irá ampliando en la medida en que no lo comprendas. Te lleva a
pensar que nadie te quiere y que nadie te valora. Cuando en realidad, serías tu quien no ha aprendido a
querer ni a valorar a los demás. La riqueza es la manifestación del flujo
recíproco entre el dar y el recibir.
Si crees que mereces la riqueza y la
aceptas como parte de tu vida, ésta llegará. Sólo que aquí no debemos sentir culpas de ningúna índole
¿Valoras tu trabajo? ¿Cuál es el justo precio de tu servicio? Muchos de los
problemas que enfrentamos dentro de nuestra vida, se derivan de una baja autoestima, no valoramos
nuestro trabajo, y nos cuesta trabajo cobrar su justo precio, porque pensamos que “le robamos
a la gente”. El
pago a nuestro servicio no es un robo, si ofrecemos un producto o
servicio, este tiene que tener una remuneración justa (para ambas partes).
Valórate
a ti mismo, y cobra sin culpas el valor de tu trabajo, verás como lejos de que
tus clientes se sientan “robados” se sentirán satisfechos de haber pagado por
un producto de excelente calidad
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