Era
agosto de 1980, y en medio del monzón, época en la que los alpinistas suelen
evitar el Monte Everest por las fuertes lluvias. Reinhold Messner, italiano, viajó al Tíbet para completar su ambicioso
proyecto en el lado norte del Everest.
Ya había escalado la montaña más alta del mundo con el austriaco Peter Habeler en 1978.
Primera vez que se hizo sin oxígeno.
Esta vez quería hacerlo completamente solo.
El 20 de agosto de 1980, al tercer día, llegó a la cumbre de 8.850 metros.
“Estaba más exhausto que nunca, tan agotado que me dejé caer en la nieve y me quedé ahí.
Por suerte, después de una hora de jadear sin aliento tuve la fuerza para levantarme y volver a bajar”.
Escribió la novia en su diario:
“Regresó al campamento base, a 6.400 metros como si estuviera borracho. No parecía el mismo que se había ido hace días.
Me miró con lágrimas en los ojos, su cara amarilla, sus labios resecos y agrietados”.
¡Qué proeza, en la cima del
Everest solo y sin oxígeno!
Ya había escalado la montaña más alta del mundo con el austriaco Peter Habeler en 1978.
Primera vez que se hizo sin oxígeno.
El 20 de agosto de 1980, al tercer día, llegó a la cumbre de 8.850 metros.
“Estaba más exhausto que nunca, tan agotado que me dejé caer en la nieve y me quedé ahí.
Por suerte, después de una hora de jadear sin aliento tuve la fuerza para levantarme y volver a bajar”.
“Regresó al campamento base, a 6.400 metros como si estuviera borracho. No parecía el mismo que se había ido hace días.
Me miró con lágrimas en los ojos, su cara amarilla, sus labios resecos y agrietados”.
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