La convivencia puede hacer que surjan actitudes de dejadez y poco
solidarias con la otra persona.
Esto sucede cuando se delega en la pareja todo el peso de las
obligaciones diarias: limpieza, orden, hacer las compras, cocinar, recoger,
atención de los niños.
Esta
actitud es tremendamente
egoísta y nada empática.
Las buenas parejas hacen acuerdos de mutuo beneficio sobre las dinámicas y rutinas diarias, con amor y sin ego.
Amor es compartir responsabilidades y, por tanto, dividir las cargas, es dedicarse a sumar y aportar, no a restar y dividir.
Que se den crisis es normal y comprensible, no hay nada que reprochar, sólo actuar con comprensión.
Discutir, culpar o juzgar le hace un flaco favor a la pasión, un ingrediente fundamental en las relaciones.
Siempre lo sensato es preguntarte ¿Estoy actuando con amor?
¿Trato a quien digo amar como quiero que me traten?
Las buenas parejas hacen acuerdos de mutuo beneficio sobre las dinámicas y rutinas diarias, con amor y sin ego.
Amor es compartir responsabilidades y, por tanto, dividir las cargas, es dedicarse a sumar y aportar, no a restar y dividir.
Que se den crisis es normal y comprensible, no hay nada que reprochar, sólo actuar con comprensión.
Discutir, culpar o juzgar le hace un flaco favor a la pasión, un ingrediente fundamental en las relaciones.
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