Si
estás azotado por la tempestad y triturado por las penas, cree y avanza,
convencido de que todo sucede para el bien.
En
el libro La Magia del perdón, Adriana, hija de una prostituta, recordó esa ley espiritual
contando su vida:
“Mi padre presionó a mi mamá para que
me abortara, no obstante ella resistió y me dio la vida.
Por
eso la amo y la comprendo.
Antes la juzgaba pero ya no, la
adoro y me pongo en su lugar.
Mi
infancia fue un tormento constante: hambre, humillaciones, miseria, abusos y abandono.
Hoy miro hacia atrás sin odio y
sé que todo eso me sirvió para aprender valores y honestidad.
Creo
que Diosito permitió ese
dolor para que yo fuera lo que soy: un ser honesto y sensible.
Gracias
a una familia generosa me gradué en la universidad, mi mamá dejó su oficio y estamos saliendo adelante”.
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