El
cerebro es el único órgano que cambia al instante de acuerdo con la forma en la
que la mente se relaciona con él. Puedes relacionarte con tu
cerebro positiva o negativamente, y según la manera que elijas, tus
neuronas, las sendas
neurales y las zonas de alta y baja actividad se verán alteradas.
En
pocas palabras, pensar para que tu cerebro funcione mejor es la forma más
eficaz de mejorarlo (Otros órgaños del cuerpo también responden
a los pensamientos positivos o negativos, pero su respuesta debe provenir del cerebro; funciona como el comando central
para el resto del cuerpo).
La
mejor manera de relacionarte con tu cerebro es inspirándolo; la peor es ignorarlo. Ya que el cerebro acoge cada pensamiento,
cada palabra y cada acción; la
lista de cosas que entra en cada rubro es larga, pero vale la pena ponerle
atención.
Descubre cuál de los siguientes es tu
caso.
Cómo
inspirar a tu cerebro ten cuidado con el estrés. Evita las rutinas aburridas.
Haz algo creativo todos los días. Lee poesía, material espiritual o cualquier otra cosa que te haga
sentir animado. Tomate un tiempo para estar en la naturaleza. Relaciónate con otra persona
reconfortante. Pon
atención en ser feliz. Asegúrate de pasar tiempo a solas cada día para
relajarte, meditar y reflexionar. Enfrenta los sentimientos negativos como la ira y la ansiedad.
Concéntrate en actividades que te hagan sentir satisfecho. Da algo de ti. Sigue una visión personal.
Unete a una causa mayor a ti. Arriésgate a amar y a ser amado.
Cómo
ignorar a tu cerebro
Aférrate a tu forma de hacer las cosas. No veas más allá de tus opiniones, de lo que te gusta y lo que no te gusta. Aíslate de los demás. Da por sentadas tus relaciones. Reconcíliate con la decadencia conforme envejeces. Piensa en el pasado como la mejor parte de tu vida. Olvídate de tus ideales. Actúa bajo impulsos egoístas. No analices lo que te molesta. Cede ante la ira y la ansiedad. Deja que la vida se encargue de sí misma. Déjate llevar por la corriente para relacionarte con la gente. Asume automáticamente que estás en lo correcto. Evita las cosas nuevas o los retos. Soporta el estrés. No tomes riesgos emocionales. Distráete con diversiones insignificantes como ver deportes durante horas.
La
diferencia entre esas dos listas es bastante clara. En uno de los casos, consideras que tu cerebro tiene un enorme
potencial no aprovechado. En
el otro, asumes que el cerebro funciona el piloto automático.
Es
innegable que el cerebro es infinitamente adaptable. Se
transforma en cualquier cosa que esperas que sea. Tu relación con tu
cerebro jamás será pasiva; siempre estás indicándole que funcione de cierta
forma. Así, todo el
paquete de creencias, expectativas, gustos y aversiones que tienes dentro crean
un cambio –o lo impiden— a nivel de los circuitos cerebrales.
Sobra decir que es mejor inspirar a tu
cerebro que ignorarlo. El
potencial es algo que no se debe desperdiciar.
El primer paso para entablar una mejor
relación con tu cerebro es darte cuenta de que existe una relación. Cuando te des cuenta, puedes
elegir prestar atención a la relación y alimentarla. Ahora sabes un
secreto que incontables personas desconocen. Aprovéchalo.
Aférrate a tu forma de hacer las cosas. No veas más allá de tus opiniones, de lo que te gusta y lo que no te gusta. Aíslate de los demás. Da por sentadas tus relaciones. Reconcíliate con la decadencia conforme envejeces. Piensa en el pasado como la mejor parte de tu vida. Olvídate de tus ideales. Actúa bajo impulsos egoístas. No analices lo que te molesta. Cede ante la ira y la ansiedad. Deja que la vida se encargue de sí misma. Déjate llevar por la corriente para relacionarte con la gente. Asume automáticamente que estás en lo correcto. Evita las cosas nuevas o los retos. Soporta el estrés. No tomes riesgos emocionales. Distráete con diversiones insignificantes como ver deportes durante horas.
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