Ama a Dios con todo el ser y no lo busques sólo en la necesidad como si
Él fuera un bombero o de la Cruz Roja.
Da gracias desde que el sol brilla en el horizonte
y sigue dando gracias todo el día, sin cesar.
Que tu oración también sea para adorar, bendecir, pedir perdón y alabar, no únicamente para pedir.
Que tu fe no se resienta en los días turbulentos y
resista el fuerte embate de las dudas y el miedo.
Cualquiera es un buen marino con la mar en
calma, cualquiera cree en los tiempos luminosos.
Pero la fe se prueba en las crisis y los tiempos aciagos, así como los metales se prueban en el horno ardiente.
Confía aunque estés en el abismo, insiste con fe y
ganas, busca apoyo, levántate
y no te rindas.
La fe es tu fuerza y Dios es fiel, te ama y nunca abandona a sus
amigos.
Al final todo estará bien.
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