En un mundo en el que casi todo se compra y se vende hemos olvidado que
lo más valioso es gratuito.
Por eso es bueno recordar que con dinero compramos una Biblia,
pero no la fe; una comida, pero no un amigo.
Compramos una moto, nunca la libertad; un
libro, no la sabiduría; una casa, no un hogar; un cuadro, no la naturaleza.
Lo que vale no se compra: gratis es el aire que nos da
vida y gratuitos son los dones y las bendiciones del Padre.
La vida se nos dio gratuitamente y somos felices cuando aprendemos a
darnos y dar sin interés.
Pidamos, pues, a Dios, su luz y no dejemos que lo material nos
deslumbre y nos desvíe del buen camino.
No tenemos que dejarlo todo como Jesús o
Francisco de Asís, sino
darle prioridad al ser sobre el tener.
Ojalá recordemos que la sabiduría se condensa en amar
mucho, desear poco y servir siempre.
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