Según
los sabios el fracaso no existe, es solo un aprendizaje necesario y un peldaño
hacia el éxito.
Todos
los triunfadores han sido buenos perdedores
y han tenido otras derrotas después de estar en la cima.
Se sabe que el inventor Edison fue tildado de torpe por
un educador y que Einstein
fue rechazado en la universidad.
Los
pintores impresionistas fueron criticados y menospreciados
por los académicos de la época.
Y entre tantos ejemplos recordemos la
primera presentación de la obra de teatro La gaviota, de Antón Chejov.
Esta comedia del escritor ruso solo fue bien acogida después,
pero al inicio fue un absoluto fracaso.
Él pensó dejar el teatro, no lo hizo y escribió obras maestras como
Tío Vania, Las tres hermanas y sus geniales relatos breves.
Una
de las lecciones más importantes de la vida es aprender de los fracasos y no
amilanarse por ellos.
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