Tarde
o temprano todos vamos a envejecer. Por mucho que no queramos cumplir años o
que nos preocupemos porque nos han salido las primeras arrugas, el tiempo sigue
transcurriendo y a todos nos llega la vejez. Sin embargo, aunque no podamos
escoger si envejecer o no, sí hay algo que está en nuestras manos elegir:
envejecer saludablemente.
He
escuchado muchas veces a gente joven decir: “cuando sea más mayor, ya no me
importará cuidarme o verme bien”. Es como si la edad se convirtiese en
un tirar la toalla para seguir gustándonos al mirarnos en el espejo. Como si
cuando nuestra cara se llene de arrugas y la piel se vuelva más fina y manchada
con lunares, cuidarse, mimarse e intentar gustarse fuese una pérdida de tiempo.
También
he escuchado a personas decir que ahora comen bien y hacen deporte, pero que
cuando sean más mayores podrán darse todos los caprichos, que no les importará
engordar. No podrían estar más equivocados. Pues a mayor edad, mayores
cuidados y más tendríamos que preocuparnos por nuestra salud. Sin embargo, como
bien ya hemos mencionado, la manera en la que envejecemos está, en buena parte,
en nuestras manos.
La
vejez no siempre es sinónimo de enfermedad
El motivo por el que, tal vez, las personas tienen los
pensamientos que ya hemos mencionado, es porque asocian la vejez con una etapa
de la vida donde las enfermedades, los problemas y toda una serie de
dificultades limitan nuestro bienestar. De repente, nos volvemos más lentos y limitados, tenemos
que tomar pastillas para el corazón, se nos cae el pelo…
“Saber
envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles
del gran arte de vivir”
-Henri Frédéric Amiel-
Pensar
en que todo lo malo nos aborda, inexorablemente, cuando nos hacemos mayores,
limita las posibilidades de disfrute, de vivir esa etapa de manera intensa y de
que podamos pensar en que tendremos una buena calidad de vida. Es cierto que,
tal vez, la esquizofrenia nos esté esperando. Es natural que nos sintamos solos porque nuestros hijos
se van de casa. Sin embargo, podemos hacer cosas, más allá de lamentarnos por
nuestra condición.
Podemos envejecer saludablemente siempre y cuando no nos
refugiemos en la autocompasión y el victimismo. Llegar a la vejez no implica que la vida se haya acabado,
como muchos jóvenes puedan pensar. Existen muchas posibilidades y
opciones. Como ejemplo, tenemos la historia de Miguel, que hace unos días salió
en las noticias.
Miguel
tiene 80 años y es estudiante de geografía e historia en la Universidad de
Valencia. Algunos lo confunden con un profesor, otros con el padre de
algún alumno. Sin embargo,
él es estudiante más, toma apuntes, le interesa mucho la historia y se ha
animado a irse de Erasmus a Verona (Italia). Su familia lo apoya y está
muy contenta. Porque, como dice Miguel, “ánimo, a por todas que tú puedes”.
Envejecer
saludablemente está en nuestras manos
Envejecer saludablemente es una opción por la que podemos
decantarnos. No hay que procrastinar en este aspecto, aunque nos sintamos bien
ahora, aunque no tengamos ninguna enfermedad y problema. Muchas veces nos olvidamos de
que, en cuestiones de salud, todo lo que hagamos ahora se proyecta hacia el
futuro.
Pero,
¿qué podemos hacer al respecto? Para empezar: cuidar lo que comemos y
hacer algo de ejercicio, sin olvidar el aspecto mental. Cultivar una mentalidad
positiva será indispensable para hacerle frente a toda esa presión que sentimos
a medida que cumplimos años. Sin
embargo, si somos de los que hasta que nos hacemos mayores descuidamos estos
aspectos, también hay solución para ello.
Por ejemplo, podemos tomar parte activa en nuestra vida,
haciendo ejercicio. Hay
muchos programas de ejercicio destinados a personas que ya han alcanzado una
edad y que favorecen estados emocionales positivos, pues ayudan a liberar el
estrés. Asimismo, participar de actividades en grupo nos permitirá
conocer a nuevas personas y, por ende, nuevas amistades con quienes quedar,
tomar algo y, quién sabe, si estamos solteros, incluso iniciar una bonita
relación.
En el año 2017 Jim Bowman y Joyce Kevorkian se
reencontraron después de muchos años en los que cada uno se había casado y
hecho su vida. Ambos se
habían enamorado cuando estaban en el instituto y ahora se encontraban viudos.
Tras su reencuentro y sentir cómo aún se amaban, decidieron casarse y empezar
una relación de pareja con 81 años de edad.
En la actualidad, hay programas en las universidades que
permiten a personas como Miguel estudiar aquello que les gusta y seguir
aprendiendo. También, existen centros de día en los que se realizan actividades
y donde se fomenta la
socialización. Como nos habremos dado cuenta, tenemos muchos menos límites de los que en
realidad pensamos y hay realidades que podemos seguir viviendo de manera adaptada
por muchos años que tengamos.
Así que, por todo esto, no dejemos para mañana todo lo
que podamos hacer hoy para envejecer saludablemente y vivir esa etapa de
nuestra vida de una manera feliz, intensa y sin perder las ganas. Envejecer puede hacer a nuestros
huesos más frágiles, restarnos agilidad, pero no tiene por qué afectar a
nuestra ilusión de levantarnos cada mañana y seguir descubriendo el mundo.
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