Había
un joven que no podía dormir ya que un fantasma aparecía en sueños y le
revelaba todos los secretos.
El joven estaba desesperado porque ningún sicólogo le había ayudado en su problema.
Había intentado todo y el espectro se presentaba cada noche y le recordaba sus más íntimos secretos.
Fue, entonces donde un sabio maestro zen y le dijo:
- Ese fantasma lo sabe todo, absolutamente todo acerca de mí, incluso conoce mis pensamientos.
El maestro sonrió y le sugirió que hiciera un trato con el fantasma:
- Esta noche, antes de acostarte, coge un puñado de lentejas y no las sueltes.
Luego acuéstate y espera.
Cuando el fantasma aparezca le dirás: Si adivinas cuántas lentejas tengo en la mano serás mi dueño, si no te irás para siempre.
El chico siguió el consejo y el fantasma desapareció para no volver nunca jamás.
El joven estaba desesperado porque ningún sicólogo le había ayudado en su problema.
Había intentado todo y el espectro se presentaba cada noche y le recordaba sus más íntimos secretos.
Fue, entonces donde un sabio maestro zen y le dijo:
- Ese fantasma lo sabe todo, absolutamente todo acerca de mí, incluso conoce mis pensamientos.
El maestro sonrió y le sugirió que hiciera un trato con el fantasma:
- Esta noche, antes de acostarte, coge un puñado de lentejas y no las sueltes.
Luego acuéstate y espera.
Cuando el fantasma aparezca le dirás: Si adivinas cuántas lentejas tengo en la mano serás mi dueño, si no te irás para siempre.
El chico siguió el consejo y el fantasma desapareció para no volver nunca jamás.
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