Para
la mayoría de personas cerrar un vínculo de pareja es una de las cosas más
difíciles de la vida. Incluso cuando la decisión fue tomada con tiempo, las dos
partes están de acuerdo y todos creen que es lo mejor, puede ser difícil
superar esos momentos en los que todo parece estar bien y de repente un
recuerdo o sensación sobreviene causando mucha angustia.
Como todo en una relación, el cierre es un proceso que
lleva tiempo. Y no se trata solo de una cuestión sentimental: hay razones
científicas para ello.
Todos
tenemos una memoria emocional que alberga las razones conscientes y no
conscientes de todo lo que sentimos y hacemos. En ella están marcadas,
por ejemplo, las causas por las que a una persona pueden darle miedo los perros
o los insectos, o las razones para que algunos lugares nos gusten mucho y
otros, no. Allí también quedan grabadas ciertas situaciones, como los paseos o
regalos que nuestras parejas nos hicieron. Esos “marcadores somáticos” pueden
despertarse y producirnos emociones repentinas.
¿Qué
son los marcadores somáticos?
Son experiencias emocionales que el cerebro asocia a
sensaciones corporales que hemos sentido. Por ejemplo, si tenemos miedo a las
arañas, puede que cuando veamos una nuestro cuerpo empiece a temblar.
De la misma manera, puede que cuando veamos un color, o
sintamos un olor, o cualquier estímulo sensorial que asociamos a una persona,
nuestro cuerpo reaccione con sensaciones que asociamos a ello: felicidad o angustia,
tranquilidad o nervios, e incluso sensaciones físicas, como “mariposas en el
estómago” o que se acelere el corazón.
Cuando estamos intentando pasar la página y seguir
adelante luego de una relación que terminó, esas sensaciones pueden jugarnos una
mala pasada.
¿Podemos
desprogramar los marcadores somáticos?
Las experiencias intensas, como las que causan mucho
miedo o los amores apasionados, crean neurocircuitos muy resistentes. Eso
significa que, cuando queremos superarlos, el cerebro no va tan rápido como nos
gustaría.
Antoine Bechara, un neurobiólogo experto en el tema,
explica que los marcadores somáticos incluso pueden generar un “conflicto
cerebral”, cuando la persona está intentando disfrutar de ciertas situaciones solo o con una nueva
pareja, pero el cerebro continúa enviando “información sobre la pareja anterior”.
Un espacio, un sabor o una canción pueden ser estímulos
que recuerdan a la pareja.
Pero,
como son reacciones del cerebro, no hay que interpretarlas como señales, ni
creer que la situación nunca se podrá superar. Es solo cuestión de tiempo que
el cerebro vaya generando marcadores nuevos y asocie los estímulos viejos con
sensaciones nuevas.
Para algunos, puede ser mejor evitar por un tiempo los
marcadores más fuertes, como alguna comida preferida que se compartía con la
persona, o el lugar favorito de ambos para dar paseos.
Reflexionar
sobre lo que sucede, y no dejar que las emociones nos derrumben, son
posiblemente las únicas maneras de ayudar a nuestra mente y a nuestro cuerpo a
que los procesos sean un poco más rápidos, y podamos sanar para tomar el
aprendizaje y seguir adelante.
Ten
presente que, aunque creas haberlo superado todo, los marcadores somáticos
pueden sorprenderte jugándote una mala pasada.
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