Los sabios dicen que nada es casual y
que todo llega para aprender y enseñar. Por eso, el gran desafío para todos en este momento crucial, además de apoyar los aciertos del Gobierno
y desaprobar sus desaciertos, es evitar posturas incendiarias y crecer en comprensión y tolerancia.
Comprensión es la capacidad que tienes
para ponerte en el lugar del otro,
entender sus razones y
puntos de vista divergentes, crear paz y armonía y poner a raya los juicios, y los prejuicios.
La comprensión es uno de
los más bellos nombres del amor, integra, crea lazos de entendimiento y acorta
las distancias. ¿Hay comprensión o rabia contenida en nuestras charlas
de estos días?
Tolerancia es entender más con el alma
que con la mente que todos somos hermanos y que el rival tiene otro enfoque y
su parcela de verdad, es apreciar todos los colores del arco iris y ver a todos
con una mirada amorosa.
Hoy
más que nunca se nos pide ser
flexibles sin dejar de ser firmes, derribar muros que separan y construir puentes de hermandad.
La verdad es que todo
depende de la percepción, no de la realidad: si cambias el corazón y la mirada
ves al enemigo con otros ojos y lo tratas diferente. Así actuaba Jesús:
llegaba a la esencia buena de cada persona y la iluminaba. Tolerancia es valorar las
diferencias y respetar al distinto y al distante. Eres tolerante cuando no ves la
vida en blanco y negro, ni caes en la trampa del dualismo: yo soy bueno
y tú eres malo; analizas sin
atacar, discrepas sin juzgar y defiendes tus derechos sin hacer daño.
La
comprensión y la tolerancia se cultivan con actitudes como estas:
- Aceptas las diferencias y
reconoces que los otros ven la realidad con otros ojos.
-
Cultivas una comunicación empática: entras al corazón del otro y sintonizas con
él.
- Eres flexible, no te
crees dueño de la verdad y no impones tus puntos de vista.
- Sabes que las apariencias
engañan, ves en profundidad y llegas a la esencia.
- No eres prisionero de prejuicios,
ideologías y falsas creencias, y armonizas la firmeza con la flexibilidad.
- Dejas de lado la terquedad,
destierras la obstinación y proteges lo tuyo sin necesidad de agraviar al
contrincante.
Toda crisis llega para enseñar algo, en este caso para aplicar la
misma tolerancia que en su tiempo practicó el gran Erasmo de Rotterdam quien
tuvo el arte singular de limar conflictos con una sincera comprensión. El arte
de aclarar lo turbio, concertar lo embrollado, casar de nuevo lo desunido y dar
a lo disgregado un más alto enlace común.
La solución para la crisis actual está
en la flexibilidad y la humildad, la tolerancia y el diálogo porque solo estos
valores apagan las hogueras.
Suena absurdo, pero el mal llega para
enseñarnos algo importante.
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