Pide cada día a Dios que te dé
paciencia para aceptar serenamente lo que no puedes cambiar.
Pide al
Padre Amado una serena
aceptación de la realidad y de las personas tal como son.
Ese es
el sendero que han recorrido los sabios, un caminito de tolerancia y comprensión.
Un sendero en el que no pinchan las
espinas del juicio,
la manipulación, la rigidez o las presiones.
Cuando algo te incomode piensa en
aquellos que soportan situaciones mucho más complicadas.
Cálmate,
apela a tus buenos
sentimientos y adáptate
a las circunstancias sin resistencia.
Recuerda
que no siempre puedes
evitar una cuota de dolor que es parte de la vida y sus aprendizajes.
Lo que sí puedes evitar es sufrir o
alterarte y lo
logras con una aceptación amorosa.
No es fácil, pero puedes.
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