Beethoven
murió en 1827 y diez años antes de irse estaba completamente sordo y muy solo.
Su
sordera se había iniciado diez años antes y lo afectó mucho
como él mismo le escribió a un amigo:
"Debes
saber que mi facultad más alta, mi oído, se ha visto grandemente deteriorada.
Qué triste es lo que me tocó, debo evitar todas las cosas que me son queridas.
Por supuesto que estoy resuelto a elevarme por sobre cualquier obstáculo, pero ¿cómo será eso posible?".
Qué triste es lo que me tocó, debo evitar todas las cosas que me son queridas.
Por supuesto que estoy resuelto a elevarme por sobre cualquier obstáculo, pero ¿cómo será eso posible?".
Beethoven
no se rindió y pasó los últimos años de su vida
casi totalmente aislado por la sordera.
Se relacionaba con pocos amigos que escribían en "cuadernos de conversación" lo que querían decirle.
Se relacionaba con pocos amigos que escribían en "cuadernos de conversación" lo que querían decirle.
En 1823
terminó su hermosa y sublime Novena
Sinfonía, un canto a la vida, no a la desesperanza, a pesar de sus males.
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