(c. 1288 – 1348), fue un fraile franciscano y
filósofo escolástico inglés, oriundo de Ockham, un pequeño pueblo de Surrey,
cerca de East Horsley. Como franciscano, Guillermo estaba dedicado a una vida de pobreza extrema.
Ockhan ha sido llamado «el mayor nominalista que jamás vivió» y
junto con Duns Scoto, su homólogo en el bando realista, una de las dos «mentes especulativas más grandes
de la edad media», así como «dos de los metafísicos más profundos que jamás vivieron».
Una importante contribución que hizo a la
ciencia y cultura intelectual modernas fue mediante el principio de parsimonia
en la explicación y construcción de teorías, lo que llegó a conocerse como «Navaja de Ockham».
Esta máxima, según la interpretó Bertrand Russell
(1946, 462—463), establece
que si un fenómeno puede explicarse sin suponer entidad hipotética alguno, no
hay motivo para suponerla. Es decir, siempre debe optarse por una explicación
en términos del menor número posible de causas, factores o variables.
Pionero del nominalismo, algunos le consideran
el padre de la moderna
epistemología y de la filosofía moderna en general, debido a su estricta
argumentación de que sólo los individuos existen, más que los universales,
esencias o formas supraindividuales, y que los universales son producto de la
abstracción de individuos por parte de la mente humana y no tienen existencia
fuera de ella.
Ockham
es considerado a veces un defensor de conceptualismo más que del nominalismo, ya que mientras los nominalistas sostenían que los universales eran
meros nombres, es decir, palabras más que realidades existentes, los
conceptualistas sostenías que eran conceptos mentales, es decir, los nombres
era nombres de conceptos, que sí existen, aunque sólo en la mente.
Ockham
es también cada vez más reconocido como un importante contribuyente al
desarrollo de las ideas constitucionales occidentales,
especialmente las de gobierno de responsabilidad limitada.
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