Una urgencia de la vida es encontrar
muchas razones para vivir dentro de mí, no fuera de mí mismo.
Ponerlas fuera es bien riesgoso porque dependo de los otros y de
realidades sobre las cuales no tengo control.
Por
eso, voy a la esencia de
la vida, y no levanto la frágil estructura de mi felicidad sobre motivos
externos.
Si lo hago me quedo sin salida y con el alma rota cuando un ser
muere o se aparta de mi vera.
Sería
como la señora que le decía a un siquiatra: "Estoy deprimida porque mi esposo murió y mis dos hijos ya
viven fuera".
Otros piensan en el suicidio al dejar un cargo, jubilarse, ante un revés
económico o debido a una amputación.
Todo
ellos se identifican con lo que no son y, al descuidar su alma, ferian la misma vida.
Ojo, no soy un cargo, ni un cuerpo; soy un espíritu de paso.
Cifro mi felicidad en amarme y amar, no en realidades efímeras.
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