El
sol brilla más el día feliz en el que te serenas, te examinas y exorcizas la
culpa que te lacera.
Hacerle un conjuro a los sentimientos
de culpa es salir de una prisión y volar en libertad.
Perdónate
a ti mismo, es un regalo sin precio que te sana,
te alegra y le pone vida a tus años y años a tu vida.
Lo
que necesitas es ser bueno contigo mismo, actúa con humildad y silencia un ego que se resiente.
Te
perdonas si aceptas tu imperfección y asumes tus caídas
como valiosos aprendizajes.
Actúa como San Pablo quien se perdonó ser un perseguidor de
los cristianos y se
convirtió en apóstol.
Es una lástima que en los credos se alimente la culpa en lugar de
enseñar el autoperdón.
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