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DAME DAME DAME


Independientemente de estrato social o ubicación geográfica, cada vez se ha vuelto más común ver a hijos que se quedan con sus padres muchos años después de llegar a la edad adulta y terminar sus estudios, aprovechando la oportunidad de vivir sin responsabilidades y sin necesidad de esforzarse.

Un experto cuenta en su charla con una joven, egresada de universidad, a quién le preguntó a qué se dedicaba. Ella le respondió que a nada y que vivía mucho mejor sin trabajar.

"Me sorprendió. Me dijo 'no trabajo, mi papá me da más de lo que puedo ganar'. Pues claro, los muchachos así jamás van a trabajar.

"Los papás les dan cada mes cierta cantidad de dinero, pues para qué trabajan, si ganan más con su papás", afirma el también profesor titular de la Universidad

Y aunque no todos los padres pueden dar dinero a sus hijos mensualmente, en cualquier sector socioeconómico hay papás que despojan a sus hijos de cualquier responsabilidad al permitirles vivir en el hogar sin aportar nada, sin contribuir a nada, porque sienten que hasta allá va su tarea como padres.

"Mi muchacho trabaja, no se ha casado. Es ayudante de mecánico, gana poquito, ¿cómo se lo voy a quitar? Si él quiere dar, pues que sea de su voluntad", señala un taxista sobre su hijo de 23 años.

Los creadores de la generación del merecimiento, coinciden expertos, son los padres sobreprotectores que perdieron de vista los valores verdaderamente importantes en la formación de sus hijos al tratar de evitarles las carencias o las dificultades que ellos sufrieron de niños o  jóvenes.

"Un factor es que estos adultos, y yo me incluyo entre ellos, vivimos carencias cuando éramos pequeños o adolescentes, crecimos con muchas responsabilidades y muchas dificultades, y ahora que soy papá, no quiero que mi hijo sufra eso, que tenga lo que yo nunca tuve".

"Es una generación muy cómoda de muchachos. Viven con pocas carencias y muchas comodidades. No viven las consecuencias de sus conductas o sus malas decisiones, están siendo sobreprotegidos, no hay responsabilidades porque quienes dan la cara siempre por sus errores,  son sus padres. Todo esto hace que el muchacho crezca en un mundo virtual y ficticio".

Un enfoque en el que el fin es la felicidad y no el resultado de acciones gratificantes, influye también en la formación de jóvenes que de adultos sólo buscarán la comodidad con nada o el mínimo esfuerzo.


Así, la generación del merecimiento son jóvenes que no han madurado y que al sobreprotegerlos se han quedado como adolescentes permanentes.

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