Un alma superior siempre es compasiva, anda en el amor, se apoya en la fe y se mueve por la esperanza.
Tu camino es correcto cuando eres transparente y abandonas el mundo de las ilusiones que construye el ego con sus delirios.
Deja que tu amor sea el fruto de una serena unificación con Dios, con los demás y con el universo.
Un espacio de luz en el que no hay separación y no existen búsquedas de poder o de aprobación.
Tu reto es ser humilde y verte como un simple instrumento de Dios. Eso somos y nada más.
Una reflexión del novelista Milan Kundera puede acercarte a la humildad: “Qué indefenso está el ser humano ante los elogios”.
Y no es que el elogio sea dañino por sí mismo, la trampa está en tomarlo para inflar el ego y llenarse de arrogancia.
La salida está siempre en la humildad, en valorar los dones sin ínfulas y ver las fallas sin excusas peregrinas.
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