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NUESTROS HIJOS NUNCA SERÁN DEMASIADO GRANDES


Un hijo nunca es demasiado “grande” para andar de la mano de su madre o de su padre, nunca es demasiado grande para contar sus ideas o sus sueños, no es demasiado grande para llorar o para necesitar y pedir los brazos, ésta innecesaria carrera contra el tiempo, esta inútil y exagerada necesidad de demostrar independencia que nos lleva a desconectar, a romper, a la soledad y a la carencia emocional.

Un hijo no es demasiado grande para querer meterse en la cama de los padres, para pedir por “mamá” o “papá” cuando está en un apuro, para llenarse el corazón de emoción porque alguno de ellos ha llegado.

Un hijo nunca será demasiado grande para dejar de necesitar a sus padres, nunca será demasiado importante cómo para no dedicarles tiempo, nunca estará demasiado preparado como para no ocupar sus consejos…

Un hijo nunca será demasiado grande, o adulto, o libre o independiente como para no querer a sus padres consigo

Creemos que es así y apuramos la infancia, apuramos la adolescencia, la juventud…Y luego el nido vacío, sí, claro que hay que darles alas, claro que queremos que vuelen alto o lejos, pero no demasiado pronto, pero no a costa del amor, del acompañamiento presente, lento, del que llena los recuerdos de los niños, nuestros hijos nunca serán demasiado grandes…

Llénalos de amor, tómales la mano, escucha sus palabras, míralos a los ojos

Porque el tiempo no pasa demasiado despacio para tener suficiente de ello

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