No
es un regalo como cualquiera, pero es difícil de conseguir. No hay que pagar
por él, pero es invaluable. No es advertido por los sentidos pero los mantiene
vivos. Darlo es altruista, desinteresado y gratificante. Es a veces, si se
quiere, misterioso, pues en muy pocas ocasiones se sabrá quien lo recibe.
Adjetivos habrá muchos para hablar sobre donación, esa
que entrega vida a otros a través de los órganos y que en ocasiones resulta
paradójica, pues mientras de un lado se pierde una vida, en el otro, se gana
una más.
Regalar
vida o simplemente mejorarla en quien se ha deteriorado, son razones
contundentes para donar. ¿Cómo y cuándo hacerlo? Aquí una orientación para que
se decida.
Para
hacerse donante lo más importante es compartir la decisión con la familia, pues
son ellos quienes al momento de la muerte tienen la última palabra. La
donación de órganos no tiene límite de edad, incluso los menores pueden
hacerlo, pero deben contar con el consentimientos de los padres.
"Todas
las personas pueden ser donantes siempre y cuando tengan la voluntad de hacerlo
y el deseo de salvar la vida de otras personas. La decisión de serlo es
personal y lo más importante es que sea compartida y respaldada por su núcleo familiar",
señala la directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Trasplantados.
El proceso de donación inicia una vez se diagnostica la muerte cerebral
de la persona que debe ser reportada al Centro Regular de Urgencias y
Emergencias de la Secretaría Seccional de Salud, ente encargado de la gestión
operativa de la donación y el trasplante.
Posteriormente,
se hace una entrevista familiar para obtener, por escrito, la aceptación
familiar de la donación. Seguidamente, se realizan pruebas para determinar la
viabilidad y compatibilidad de los órganos entre donante y receptor.
Todo este proceso es regulado y coordinado por la
Secretaria de Salud.
¿Quiénes donan?
Existen dos tipos de donantes: vivo y cadavérico. En vida se puede donar un
riñón, un pulmón o un segmento de hígado o el páncreas a otro familiar.
"Esto es papá, mamá o hermanos. Debe existir una compatibilidad
genética, por eso no se puede hacer por ejemplo, para un amigo. Para
efectuarlo, es necesaria una declaración juramentada donde se certifique que no
hay ningún tipo de interacción económica y que lo está haciendo de manera
voluntaria y altruista".
El
donante cadavérico, es la persona que ha fallecido bien sea por muerte
encefálica (destrucción irreversible del cerebro) o paro cardiorrespiratorio
y a quien se le pueden extraer órganos y tejidos previo consentimiento de sus
familiares.
Para ser donante, la muerte encefálica debe suceder en
Unidades de Cuidados Intensivos o servicios de urgencias que dispongan de los
medios técnicos necesarios para mantener artificialmente la ventilación
pulmonar y la circulación del donante. El diagnóstico de muerte cerebral precisa que dos
médicos, distintos a los que van a participar en la extracción o trasplante,
comprueben la ausencia completa de respuesta cerebral. En estas
circunstancias, los órganos se mantienen funcionando y oxigenados hasta el
momento de la extracción en quirófano.
Los mitos
Muchas historias falsas se han creado alrededor de los
trasplantes. Entre ellas, se
habla de que los órganos y los tejidos se venden, se trafican.
Se ha dicho además, erróneamente, que los médicos tienen preferencias por los
pacientes con más posición económica para favorecer los trasplantes.
Incluso, hablan hasta de bancos de órganos. Todas estas ideas se han convertido en mitos urbanos que
desinforman y confunden.
Lo
cierto es que el proceso de donación y rescate de órganos y tejidos es una
labor especializada que requiere darse bajo condiciones y circunstancias
específicas de seguridad, como la extracción en un quirófano, transporte
inmediato y urgente de los órganos para el trasplante.
Hay que saber además que los órganos, una vez extraídos, tienen muy pocas horas de
"vida" fuera del cuerpo de una persona, pues requieren de
condiciones especiales para que puedan ser transportados y trasplantados a la
persona que los requiere, un
argumento más para comprender por qué es poco probable que se presente el
tráfico de órganos.
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