Para
conocer al Señor es necesario cultivar el trato con Él: escucharlo en silencio
ante el Sagrario, acercarse a los Sacramentos.
Qué dulce es ponerse delante del Crucifijo, quedarse
simplemente bajo la mirada llena de amor del Señor. (EG 264)
El cristiano está siempre dispuesto a anunciar el
Evangelio, porque no puede guardar para sí mismo el gozo de conocer a Cristo.
Para
nosotros, la Eucaristía es algo esencial: en ella Cristo quiere entrar en nuestra
vida y llenarla con su gracia.
Queridos jóvenes, sean siempre misioneros del Evangelio,
cada día y en todo lugar.
Pido a la comunidad internacional que proteja a todas las
víctimas de la violencia en Iraq.
Dios es muy misericordioso con nosotros. Aprendamos
también nosotros a tener misericordia con los demás, especialmente con los que
sufren.
Que la alegría del Evangelio esté siempre en sus
corazones, especialmente en este tiempo de Navidad.
¿Quién puede presumir de no ser un pecador? Ninguno.
Pidamos perdón al Señor por nuestros pecados.
La
Iglesia y la sociedad necesita familias felices.
Los sacramentos son la presencia de Jesucristo en
nosotros. Por eso es importante confesarse y comulgar.
No olvidemos el clamor de los cristianos y de cuantos sufren
persecución en Irak.
Nunca nos dejemos arrastrar por la vorágine del
pesimismo. La fe mueve montañas.
La Iglesia no tiene otra razón de ser ni otra finalidad
que dar testimonio de Jesús. No lo olvidemos.
Les ruego que dediquen hoy un momento a rezar por todos
aquellos que son obligados a dejar su casa en Iraq.
Queridos jóvenes, Jesús quiere ser su amigo; y quiere que
ustedes transmitan por doquier la alegría de esta amistad.
Los santos no son superhombres. Son personas que tienen
el Amor de Dios en su corazón y comunican esta alegría a los demás.
Hoy plantamos el primer olivo virtual por la paz.
Cristo en la cruz nos enseña a amar, también a los que no
nos aman.
La desigualdad es la raíz de los males sociales.
Si
alguien nos pide ayuda, ¿nos paramos? ¡Hay tanto sufrimiento y pobreza, y tanta
necesidad de buenos samaritanos!
Aprendamos a “perder” la vida por Cristo, según la lógica
del don, del sacrificio. Con Cristo no perdemos nada.
Acojamos a Cristo en nuestra vida, ocupémonos unos de
otros, respetemos la creación con amor.
Queridos jóvenes, no renuncien a soñar por un mundo más
justo.
María, Reina de la paz, ayúdanos a erradicar el odio y a
vivir en armonía.
No se puede separar a Cristo de la Iglesia. La gracia del
bautismo nos da el gozo de seguir a Cristo en y con la Iglesia.
Gracias, amigos coreanos. Con la ayuda de Dios, volveré
muy pronto a Asia.
Las noticias que llegan desde Iraq nos entristecen.
Señor, enséñanos a vivir en solidaridad con los hermanos que sufren.
Pidamos
por la paz: paz en el mundo y en todos los corazones
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