Para
adaptarse mejor a los nuevos ciclos, se recomienda ser positivos frente estos.
Finalizar una etapa en la vida no debe hacerse únicamente
a comienzos de año.
A lo largo de nuestra existencia enfrentamos diversas
situaciones que dan inicio o finalizan una etapa de nuestras vidas.
Todos,
en algún momento, debemos enfrentar el fin de una etapa y el comienzo de otra.
Desde
los cambios naturales que vienen dados por la edad, como pasar de niños a
adolescentes o de adolescentes a adultos, hasta aquellos que debido a
situaciones específicas como terminar una relación amorosa, casarse, cambiar de
trabajo o trasladarse de ciudad.
Un ciclo representa una serie de vivencias que
marcan la vida da cada uno.
Dichas experiencias pueden tener distinta intensidad y repercutir de manera más o menos
profunda dependiendo de qué tanto nos involucramos, qué tan larga ha
sido una etapa y quiénes y cómo intervinieron en nuestra vida.
Así mismo, pueden dejarnos experiencias tanto agradables como desagradables
y distintos aprendizajes que nos ayudan a madurar, a adquirir sentido de
realidad, confianza en sí mismos, a ser más fuertes y a valorar lo
que somos.
La forma en que se afrontan los cambios determina en gran medida la satisfacción
que una persona tenga con su propia vida, y con sentirse
plena y feliz con lo que tiene y lo que se hace.
Frente a dichos cambios es posible que muchos se aferren al pasado o por el contrario, integren cada acontecimiento a la propia experiencia y deseen o les sea más fácil continuar con la vida.
Sin embargo, para saber finalizar un ciclo y estar dispuesto a iniciar uno nuevo se requieren de ciertas
decisiones claves, como las que se resumen en seguida.
1. Identificar los momentos
Es importante saber en qué
momento debemos cerrar un ciclo; como por ejemplo, cuándo es sano
terminar una relación o cambiar de trabajo, y cuándo estamos listos para
iniciar una nueva etapa. Aprender a identificar cuándo
llega un cambio, o cuándo trascender una situación nos permite anticiparnos y
estar más preparados. Ignorar el cambio no va a hacer que este no
ocurra.
2.Asumir los sentimientos
Todos los cambios producen
movimientos emocionales, sentimientos mezclados de alegría, tristeza o
nostalgia. También
miedo e incertidumbre de lo desconocido y ciertas dificultades. Aceptarlo es parte del proceso de adaptación al cambio.
Igualmente, es posible manejar estas emociones para que no sean tan intensas y
prolongadas en el tiempo.
3. Desapego
Vivir en función del pasado hace
que perdamos la capacidad de disfrutar del presente y de construir el futuro.
Aprender a desprenderse no significa abandonar o huir de una situación. Más bien es enfrentarla y poder observarla desde afuera sin que el
cambio nos genere sufrimiento. A lo largo de la vida encontraremos momentos felices y otros
insatisfactorios y seguramente será más difícil aprender a desprenderse de los
primeros. Cuando ha habido experiencias o etapas difíciles es clave aprender a perdonarse y a
perdonar a los demás. Las culpas solo generan más malestar y no permiten
desapegarse.
4. Aprender de la experiencia
Cerrar un ciclo no es olvidar o
negar la experiencia. Es importante integrar a nuestras vidas todos
los aprendizajes para continuar y comenzar nuevos ciclos. El no hacerlo implica
desechar experiencias que pueden ser constructivas.
5. Aceptar el cambio y continuar
Para avanzar debemos llenarnos
de positivismo y buena energía, renovar nuestra actitud, esperar lo mejor y
trabajar para conseguirlo. El mundo está siempre en constante
cambio. Nosotros podemos
decidir fluir con él o estancarnos en tiempos pasados.
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