Ellas son más propensas que
los hombres a deprimirse o a sufrir un trastorno de ansiedad.
No es gratuito que, según
la
Organización Internacional del Trabajo, la depresión sea la
principal razón por la cual mujeres de todo el planeta faltan a su trabajo.
Al parecer, ellas
están orgánica y genéticamente más predispuestas que los hombres a sufrir
trastornos del ánimo y de ansiedad.
De acuerdo con la Organización Mundial
de la Salud, el 26 por ciento de las mujeres presentará un
episodio depresivo mayor a lo largo de su vida, frente al 12 por ciento de los
hombres.
Una proporción similar se da en cuanto a trastornos de ansiedad.
Pero, ¿qué explica el hecho de que ellas sean más proclives a sufrir problemas
mentales de esta clase?
Las razones que la
ciencia médica ofrece se inclinan hacia la combinación de factores
hormonales, neuronales (condicionados por los genes), biológicos y
medioambientales, que
activan los mecanismos del estrés. Al depender de las hormonas, éstos tienen mayor incidencia en
el sexo femenino.
"Esa sería una de las razones por las que la pubertad, la aparición de la primera
menstruación, el posparto y la menopausia se consideran momentos críticos en
esta materia, pues aumentan la tasa de episodios depresivos y la
posibilidad de reincidir para aquellas que ya los han sufrido".
También hay que contar los factores externos. A diferencia de lo
que ocurría hace unas décadas, hoy las mujeres cargan con buena parte de las responsabilidades
familiares, de modo que cuando se presentan
dificultades serias, como la pérdida de un ser querido o problemas económicos
que atentan contra la estabilidad del hogar, la posibilidad de caer en un
trastorno ansioso o depresivo se incrementa notablemente.
No se puede dejar por fuera la violencia de género (la física y
la psicológica), que dejan secuelas en la mayoría de ellas, y que las
predisponen a estos trastornos.
Una persona deprimida no
está simplemente aburrida; vive presa de una tristeza profunda y de un sentimiento
de desesperanza, del que no se percibe salida.
Es muy común que las mujeres oculten estos estados de ánimo, por
temor a ser mal vistas.
Este factor, y la enorme
carga de ocupaciones que tienen muchas de ellas, las hace ignorar las señales
de que la depresión acecha.
De hecho, pese a sentir que algo no marcha bien, no lo
manifiestan con claridad. Aun así, tienden a mostrarse disfóricas (nada parece gustarles), irritables, cansadas, tienen una
preocupación excesiva por las cosas cotidianas, duermen mal y son pesimistas e
impulsivas: pese a vivir en aparente calma, estallan (y de qué modo) cuando
algo les molesta.
La ansiedad es un estado
desagradable de temor que se manifiesta externamente a través de diversos síntomas y
signos, y que puede ser
una respuesta normal o exagerada a situaciones estresantes.
En algunas personas se presenta en forma de crisis y en otras de manera crónica (ansiedad
generalizada). Estas personas viven en un estado continuo de
hipervigilancia, así como en un estado de tensión motora constante. Las mujeres
son las más afectadas.
Nadie se conoce más que
usted, así que antes de que la situación la rebase, deténgase y haga algo
por ponerle remedio. Eso incluye modificar cargas en su vida, buscar espacios para usted
misma y negociar con sus jefes, su pareja y sus hijos.
Hágalo cuando:
- Sienta que no le salen
las cosas y se ve, a sí misma, deslucida,
poco interesante y aburrida.
- Su pareja le diga, en forma continua, que ya no sabe cómo darle gusto, porque a usted
no le agrada nada.
- Se sienta irritable, malhumorada y sin ganas de hacer nada, todo el tiempo.
- Note que ya no disfruta su trabajo, que no se concentra y no rinde igual.
- Su cuerpo se queje: tiene dolores, gripas continuas y malestares que la mortifican,
pero que el médico no logra explicar.
- Si siente que no puede salir sola de esta situación,
pida ayuda, consulte con un profesional en salud mental.
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