1.
El intestino es el único órgano del sistema que puede llevar a cabo sus
funciones sin la supervisión del cerebro
Se podría pensar de tu intestino como un rebelde contra
la autoridad; no espera a que los impulsos de tu cerebro hagan el trabajo
importante de la digestión. No es necesario ya que el intestino actúa como su
propio “cerebro”. Ningún otro órgano, incluso el corazón “todopoderoso”, puede
compararse con esta habilidad.
2.
Hay más de 100 millones de células cerebrales en tu intestino
El poder de tu intestino de pensar por sí mismo no es
ninguna sorpresa; hay millones de células cerebrales o neuronas, en sus largos
ductos (9 metros de intestinos, desde el esófago hasta el ano). Y son más
neuronas que las que se encuentran en la médula espinal o sistema nervioso
periférico.
3.
El intestino tiene su propio sistema nervioso
El sistema nervioso entérico, es el mecanismo de control
de la digestión y eliminación, es el soberano de tu intestino y funciona por su
propia cuenta. Algunos científicos lo ven como parte del sistema nervioso
central, mientras que otros lo consideran propio del intestino. Probablemente
evolucionó para dar al intestino la orden de continuar.
4.
El intestino envía señales emocionales al cerebro, lo que sugiere que
“sentimos” primero con nuestros intestinos
Hay un nervio visceral grande, encajado en el intestino,
el nervio vago. Investigaciones han revelado que hasta el 90% de sus fibras
llevan información desde el intestino al cerebro, en lugar de que sea al revés.
En otras palabras, el cerebro interpreta las señales del intestino como las
emociones. Así que a veces realmente debes confiar en tus intestinos.
5.
Padecimientos gastrointestinales pueden verse como la “enfermedad mental” del
intestino
Un 95 por ciento de la serotonina de tu cuerpo, esa
molécula de humor maravillosa que sirve como antidepresivo como el Prozac en tu
cuerpo, puede encontrarse en el intestino. Piensa en eso. No es de extrañarse
que la dieta, los medicamentos y antibióticos puedan causar estragos en el
estado de ánimo.
6.
Un intestino saludable puede proteger tus huesos
En un estudio de la relación serotonina-intestinos, los
científicos descubrieron un vínculo inesperado entre el intestino y los huesos.
Inhibir la liberación de la serotonina en el intestino había contrarrestado la
reducción de la densidad ósea de la osteoporosis.
7.
Nuevas investigaciones muestran vínculos entre el autismo y menos cepas de
bacterias en el intestino
En nueve de cada 10 casos, las personas autistas tienen
en común desequilibrios intestinales como el síndrome de intestino permeable,
el síndrome del intestino irritable y menos cepas de bacterias “buenas”.
Investigaciones están buscando posibles tratamientos de algunos de los
trastornos conductuales del autismo por equilibrio de bacteriass en los
intestinos, aunque muchos advierten que estos tratamientos no pueden producir
una “cura” para el autismo.
8.
La comida afecta tu estado de ánimo
Hay diferentes alimentos que al introducirse en el
intestino a través de tubos de alimentación, demostraron causar un cambio en
los estados de ánimo de la persona, sin que tuviera conciencia de que era lo
que estaba “comiendo”. La grasa, por ejemplo, aumentó los sentimientos de
felicidad y placer (no es sorprendente, ¿verdad?) que parecen activar la
liberación de dopamina, el opiáceo natural del cerebro. También, el consumo de
hidratos de carbono, estimuló la liberación de serotonina, el neurotransmisor
del “sentirse bien”.
9.
Tu intestino es tu mejor amigo en la temporada de resfríos y gripe
Tu intestino no solo tiene muchas de las células
cerebrales, sino también alberga la mayor parte de las células inmunes, el 70
por ciento, y estas se presentan en forma de tejido linfoide asociado al
intestino, o TLAI, que desempeña un papel enorme en la defensa, matando y
expulsando a los invasores extranjeros de enfermedades. El TLAI y tu microbioma
intestinal, que son los billones de bacterias que viven como un inmenso
universo microbiano en tu intestino, trabajan duro para ayudarte a deshacer de
lo que más te aqueja. Es razón de más para tener cuidado con el uso de
antibióticos, ya que estos acaban con las bacterias beneficiosas junto con las
malas.
10.
Tu intestino puede convertirse en adicto a opiáceos, al igual que tu cerebro
Dentro de tus intestinos se encuentran
receptores opiáceos, que también se encuentran en el cerebro. El intestino es
tan susceptible a la adicción como el cerebro y puede, de hecho, contribuir a
la intensa dificultad que algunos adictos tienen de dejar el hábito.
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