El verdadero yo de algunas personas es como un
bebé dormido que ansía crecer, pero está atado. Los frena la programación heredada de sus padres y
de adultos que a su vez la recibieron de otros.
Pero la salida no está en culpar a esas
personas, ya que ellas también sufrieron o sufren todavía. La culpa no arregla nada y lo
que hay que hacer es perdonar, liberar el niño interior y lanzarse a
explorar la vida.
Es
un trabajo interno que te invita a ser tú mismo y a expresarte tal como eres,
con la libertad del amor. Ahora bien, ¿tienes suficiente
coraje para aceptar que no eres libre? ¿Si crees que lo eres?
Examínate
bien y encontrarás ataduras y apegos que te impiden ser todo lo que puedes ser.
Si
das ese primer paso vas por buen camino, ya que no puedes estar bien creyendo
que eres libre sin serlo.
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