La
vida es hermosa a pesar de los tropiezos que nos brinda,
igual
que la mujer es como una rosa, tierna, delicada y sensual
a
pesar de las espinas.
Todas son extraordinarias, nos dan vida, nos
hacen sentir felices
y nos cautivan,
aunque algunas nos lastiman.
Somos lo que somos gracias a ellas
que en su plan de madres, hermanas o de hijas,
son los seres más preciosos
que ha creado Dios en sus días.
Y
ni qué decir de las esposas o amigas que nos quieren,
nos
perdonan y nos miman o, nos recogen, nos amasan
y
nos tiran, somos suyos mientras vivan.
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