Aforismo
es una declaración u oración que pretende expresar un principio de manera
concisa, coherente y en apariencia definitiva.
Si te
diriges a Nosotros iremos a tu encuentro para recibirte.
Es Ley no escrita por el hombre, y por ello Ley Universal,
que todo movimiento en una dirección, produce una aproximación en ambos
sentidos. Así, cuando el
hombre da un primer paso hacia su centro, en ese espacio interior todo se mueve
con mayor velocidad hacia el punto de atención, focalizado en su corazón.
Con la voluntad y la fé en armoniosa proporción, puestas con alegría en esa
labor, sucede el divino encuentro con otra dimensión más etérea, donde el hombre
sutiliza sus cuerpos y adquiere el brillo dorado de la Sabiduría.
Entréganos
cuanto tienes y nosotros te daremos lo que poseemos.
¿Quién dará lo que posee, sin exigir antes la seguridad de
una devolución con ganancias? Necesitamos urgentemente el don de la confianza,
para entregarnos sin condiciones, sin esperar beneficios materiales, intelectuales
o de poderes mágicos. Cuando esto sea realizado en su totalidad, sólo entonces
y no antes, recibiremos cien por uno. Esta es la promesa que nunca ha dejado de
cumplirse. Pero queremos poner las condiciones, los dones a recibir y, sobre
todo, tenemos prisa. Lo deseamos todo ¡ya!. Y esperamos en vano, porque no
estamos a la altura requerida para administrar debidamente tanta riqueza.
Proyectamos
nuestra imagen en el hombre. La perfeccionamos en la mujer.
La creación divina comienza con la luz y termina con el
hombre que, finalmente, es dividido en macho y hembra. Me atrevo a decir que,
en la Creación, la perfección se va haciendo más compleja en cada período, hasta
que concluye en el lado femenino humano. Aplicamos al varón virtudes
consideradas masculinas, como: fe, coraje, valor, obediencia, voluntad; la
mujer es valorada por su abnegación, amor, dulzura, entrega y confianza, entre
otras. Sabio es quien se adorna con las virtudes de ambos y en ellas encuentra
su plenitud. Esa es la virtud, la unión de los polos, el justo equilibrio en la
balanza de la existencia.
Haz de
Dios una realidad y Él hará de ti una
Verdad.
Dios ES. Pensar y sentir con la mente de Dios, el camino a
seguir. Se llega por muchas vías. Los Maestros han dicho que hay una senda perfecta:
el silencio interior. Cuando dentro de nosotros reina el Silencio, todo se transforma
en un espejo reflejando la Realidad, sin tomar partido por nada ni nadie. Somos
como montañas mirando al valle mientras las nubes pasan por las cimas o como
lagos límpidos reflejando nubes y pájaros, que no detienen su paso ni dejan
memoria en las aguas azules. Y así tocamos la Verdad con nuestra consciencia, sintiendo
la Vida latiendo dentro y fuera de nosotros, el pulso de Dios. Y la canción
brotará espontáneamente del corazón, con el gozo de lo Infinito cantando su
melodía eterna en el sagrado Templo del Hombre.
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