A continuación, hemos recopilado los principales
comportamientos que quizá estés teniendo con tu peludo y que por
desconocimiento no sepas que le molestan.
Que
le mires fijamente a los ojos
Un perro que no te conoce interpretará tu mirada fija en
sus ojos como una amenaza o un reto. Mejor no hacerlo con canes desconocidos o
que apenas han tenido relación contigo.
Que
le abraces
Stanley Coren, del departamento de Psicología de la
Universidad de British Columbia y su equipo hicieron un estudio sobre si a los
perros les agradaban los abrazos. Tras analizar 250 fotografías en los que
perros eran abrazados, llegaron a la conclusión de que el 82% mostraba ansiedad
o malestar cuando sus dueños los estrechaban entre sus abrazos. Las señales de
molestia son: tensar el cuerpo, evitar el contacto visual, bajar las orejas y/o
lamerse los labios. Para la mayoría de los perros los abrazos significan ser
dominados. Sí, tu peludo te lo permite pero solo porque te quiere mucho no
porque le guste.
Que
le envíes señales confusas
Los perros entienden mejor nuestro lenguaje corporal que
el verbal. Hay ciertas palabras como “calle”, “ven”, “toma”, “pata”, “sentado”
o su nombre, que sí saben bien lo que representan pero por lo general se guían
más por nuestros gestos. Por eso, si le dices “quieto” alzando el brazo y la
mano como si fuera un stop, él entenderá que tiene que ir hacia ti no
permanecer inmóvil.
Que
no le dejes atrapar un juguete
Si estás jugando con él a que atrape un juguete pero
nunca le dejas que lo agarre, le estarás generando ansiedad y finalmente
frustración. Esto también sucede cuando se juega con un gato. Ponte en su piel…
¿no te frustraría no coger nunca el juguete?
Que
no existan reglas en casa
Que tú seas un poco caótico y vivas tan ricamente no
quiere decir que a tu perro le guste el desorden, para nada. Los perros viven
más felices si existen unas reglas pues son rutinarios: prefieren salir a
pasear, hacer sus necesidades y que le pongan su comida todos los días a la
misma hora.
Que
no le dejes olfatear en la calle
Los perros olfatean todo a su alrededor para extraer
información del entorno que les rodea. Si no dejas a tu can olisquear cuando
salís a pasear, no estarás dejando que se entere de las novedades del barrio y
eso no le gusta nada.
Que
le acaricies la cara
A tu perro no le gusta que le acaricies la cara, te deja
hacerlo porque te quiere pero para él es como si invadieras su espacio. Si el
peludo se aleja un poco cuando le tocas, te lo está dejando muy claro.
Que
los desconocidos le toquen
Aclaremos este punto bien. Existe la creencia
generalizada de que un perro tiene que dejarse tocar por todo aquel que se le
acerque por la calle. También existen perros que adoran ser acariciados por
todo el mundo, conocidos y desconocidos. Esto es como nos ocurre a los humanos,
¿a ti te caen bien todas las personas? No, ¿verdad? A tu perro tampoco y te lo
hará saber si alguien desconocido se acerca a tocarle y, por ejemplo, gruñe. No
fuerces.
Que
le obligues a interactuar con perros no amigos
Al igual que a tu perro puede no agradarle algunas
personas, también es posible que no le gusten determinados congéneres. No le
obligues a interactuar con ellos. Es positivo para él que socialice tanto con
personas como con otros perros ¡pero que a él le gusten!
Que
le lleves con la correa tensa
Una correa tensa transmite al perro estrés, frustración y
nerviosismo. Una correa suelta, por el contrario, significa calma y normalidad.
Si paseas al peludo pegándole tirones, le estarás enviándole mensajes de alerta
y de que esté listo para huir o pelear (las dos reacciones naturales de los
seres vivos ante una amenaza) todo el rato. Sabemos que en el caso de los canes
grandes y fuertes es complicado no pegar tirones pero por suerte en el mercado
existen accesorios como los arneses antitirones que pueden ayudar con esto y no
lastiman al perro. Y, como siempre, la buena educación es clave.
Que
le des un paseo exprés (solo para ir al baño)
Sí, todos estamos muy ocupados, tenemos que hacer mil
cosas al cabo del día y llegamos sin energía a casa, solo con ganas de tirarnos
en el sofá. Vale, pero nuestro perro no tiene culpa de ello y merece un paseo
en condiciones: estirar las patas, olfatear sin tirones continuos, trotar y,
sí, también ir al baño.
Que
estés de mal humor o tenso
Cuando estás tenso, nervioso o de mal humor, a menudo el
perro hace de espejo y se siente igual que tú. Y ¿a quién le gusta sentirse
así? A nadie, tampoco al peludo así que intenta, por la salud de ambos que tu mal
día no se alargue mucho.
Que
le disfraces si no le gusta
A lo mejor a ti te parece divertido disfrazar a tu perro
de Superman pero quizá sus gestos estén indicando que a él no le hace ninguna
gracia que le pongas una capa alrededor del cuello. ¿A ti te gustaría que te
forzaran a vestirte con ropa con la que no estuvieras cómodo?
Acariciarle
cuando tiene miedo
Los expertos en comportamiento canino no se cansan de
decir que cuando un perro tiene miedo, no hay que acariciarle pues lo que se
está haciendo es reforzarle ese temor. Lo ideal es dejarle pasar el mal rato
solo, contigo cerca pero no encima ni diciéndole nada.
Darle
premios sin ton ni son
Los premios son básicos en el adiestramiento en positivo
pero, mal usados, en el sentido de que al perro por todo lo que haga se le
premie, puede ocasionar problemas. Llegará un momento en el que no haya premio
y el peludo acabará frustrado. Mal asunto.
Lanzarle
la pelota sin control
A la mayoría de los perros le encanta que le lancen la
pelota y no hay nada malo en ello, sino todo lo contrario. Sin embargo, si se
hace de forma descontrolada, el perro puede desarrollar un comportamiento
compulsivo o TOC. Los expertos recomiendan controlar los tiempos y saber
decidir cuándo se ha acabado el juego. También no lanzarle la pelota si el
peludo ladra para que lo hagas.
Que
le enfrentes directamente a sus miedos
Si a tu perro le dan pavor los petardos, quizá no sea muy
buena idea sacarlo a la calle cuando sabes que van a tirar. La clave es
exponerlo gradualmente a estos estímulos y con premios cada vez que mantenga la
calma, no a las bravas. De todas formas, nosotros te recomendamos que en estos
casos sigas las pautas de un adiestrador canino o un etólogo.
Los
olores muy fuertes
El perro tiene un olfato prodigioso que supera de 10.000
a 100.000 veces al de los humanos. Como es lógico, los olores fuertes como el
de la lejía o el amoniaco les afectan bastante más que a nosotros.
Quedarse
solo
A los perros no les gusta nada la soledad. Sabemos que
hoy en día lo más común es pasar muchas horas fuera de casa trabajando pero si
tu horario laboral es demasiado absorbente, deberías plantearte contratar los
servicios de un paseador para que tu perro, al menos, vea a alguien hasta que
tú llegues.
Que
cuando llegues del trabajo no le hagas caso
¡Tu perro lleva todo el día solo! ¡Te echa de
menos! Por muy cansado que estés necesita tu atención así que hazle un poquito
de caso.
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