Quizás
hoy sientes el alma desgarrada, solo tienes un ápice de fe y sobrevives en un
limbo lleno de brumas.
Acaso
estás luchando con los recuerdos y perdiéndote la magia del ahora, asediado por los
miedos y las dudas.
Más aún, es tal tu sensación de orfandad que peleas con el
mismo Dios y no le ves sentido a la vida.
¿Sabes algo? El mismo Jesús estuvo en ese desierto, se sintió
desamparado y tuvo hondas pruebas de fe.
Por
eso debes perseverar, buscar ayuda, calmarte y creer que
saldrás de esas oscuras cavernas.
La
vida no es un absurdo y puedes poner a raya el mal al
aquietarte y reavivar tu
fe. Ánimo, vuelve a confiar.
Sé
como esos náufragos que soportan lo indecible y se salvan
cuando ya los daban por perdidos.
No es fácil, pero afronta el hoy con esta
certeza: tu luz nace de
creer, tu fuerza de esperar y tu descanso de amarte y amar.
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