Aceptación no es resignación, no es soportar
abusos ni dejar que otros
te maltraten o te subyuguen.
Aceptación tampoco es estar de acuerdo con algo, es asumir en paz que escasas
veces cambias algo de la realidad.
Al ego soberbio le cuesta mucho reconocer que no tiene el control de
los otros y de la mayoría de las cosas.
Y cuando se impone sobre otros para controlarlos sus
relaciones son conflictivas y aleja la felicidad de su vida.
Sí, hay héroes sociales como Gandhi, Luther King o Madre
Teresa de Calcuta que
logran grandes cambios.
Pero mientras no sientas que esa es tu misión, acepta con humildad y serenidad
todo lo que no puedes cambiar.
Si alguien te hace daño, sé firme, busca ayuda y aléjate de aquellos que te
maltratan o desprecian.
Ahora bien, no juzgues ni odies y pregúntate: ¿qué necesito yo
cambiar o mejorar para atraer a mi vida solo lo mejor?
Hay mucha sabiduría en la plegaria favorita
de los alcohólicos y drogadictos de AA y NA que se liberan de su adicción: “Dios mío, me das serenidad para
aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que puedo y sabiduría
para conocer la diferencia”.
Es bien frecuente que el humano derroche su energía vital y viva mal, criticando y juzgando lo que no puede cambiar.
El terma mundial favorito para amargarse la
vida sin cambiar los hechos es
hablar pestes de los políticos.
¿Cambia algo? Seguro dices que no, pero es falso: Cambian tu estado de ánimo y tu
vida de modo bien negativo.
Sé consciente de eso y no derroches tu energía vital en quejas y
críticas estériles que además no oxigenan el existir.
Enfoca tu mente en lo bueno de la vida y dedícate a irradiar alegría, optimismo y luz que vence las sombras.
Ni Jesús ni Buda vivieron en una época mejor que la actual y su misión
fue de amor, de fe y de esperanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios