Uno
de los mejores regalos que pueden hacerse una mujer y un hombre el uno al otro
consiste en entregarse a una larga serie de caricias, masajes y suaves
contactos.
Las
palabras y gestos cariñosos unen a la pareja, pero el mayor pegamento amoroso
es el contacto de las pieles entre los seres humanos. Así lo confirman
Las últimas investigaciones científicas, que aportan buenas y deliciosas
razones para mimarse mutuamente.
Se suele creer que los varones prestan más atención al
sexo al valorar sus relaciones de pareja , pero esa creencia está equivocada,
según han descubierto investigadores de la Universidad de Indiana en Estados
Unidos.
Los
besos, los abrazos y las caricias son más importantes para ellos que para ellas
en el marco de una relación de pareja duradera.
Después de analizar a más de mil parejas heterosexuales
de Brasil, Estados Unidos, Alemania, Japón y España, de entre 40 y 70 años de
edad, y cuya relación duraba una media de 25 años, el equipo de la IU, ha concluido que los abrazos y los besos hacen a los hombres más
felices de lo que se supone.
Según esta investigación, los varones que besan y abrazan
a menudo a sus parejas son tres veces más felices que aquellos que intercambian
mimos con menor frecuencia. En las mujeres este tipo de cariño no influye tanto
en el grado de satisfacción que experimentan con su pareja, según asegura el
mismo estudio.
No obstante, otras investigaciones confirman el efecto
positivo del contacto físico en el género femenino.
Según un estudio de investigadoras de la Universidad de
Carolina del Norte y de Pittsburgh (EE.UU.), cuando una mujer recibe estímulos como caricias, abrazos,
mimos o masajes por parte de su pareja, se reducen su presión sanguínea y ritmo
cardíaco.
Las expertas estudiaron a 59 mujeres de entre 20 y 49
años, antes y después de que mantuvieran con sus parejas un 'contacto cálido'
que terminaba en un largo abrazo de 20 segundos, concluyendo que los abrazos frecuentes y el respaldo
emocional se relacionan con mayores niveles de oxitocina, una hormona
vinculada a la excitación sexual y el amamantamiento, así como a un descenso de
la presión de la sangre.
También se ha comprobado
científicamente que las mujeres casadas sometidas a un estrés extremo que toman
la mano de su marido sienten un alivio inmediato al producirse un efecto
apaciguador a nivel neuronal
El efecto tranquilizador del contacto humano se comprobó
por medio de técnicas de diagnóstico por imagen que permitieron visualizar
distintas zonas del cerebro profundo de las participantes en el experimento,
desarrollado por neurocientíficos de las universidades de Wisconsin y Virginia,
en Estados Unidos.
El
bálsamo que sintieron las mujeres era muy superior cuando su mano era tomada
por sus maridos comparado cuando el contacto era con una persona extraña,
mientras que aquellas más unidas a su pareja fueron las que experimentaron un
mayor bienestar, según los investigadores estadounidenses.
“El
suave tacto de piel, los juegos con las manos, el cálido contacto de los
cuerpos, el vaivén de las sensaciones... Hablan su propio lenguaje,
favorecen una comunicación más íntima y sincera y permiten que aflore nuestra
parte menos verbal y más sensitiva. Deparan una experiencia potente y reveladora cuando se disfrutan a dúo”.
Hay
muchos juegos y técnicas de 'Tacto Con Tacto' para aprender a estar con nuestra
pareja y sentirla, para reconocernos a nosotros mismos y reconocer al
otro, lo cual permite una comunicación más real, profunda y estable, podemos
simplemente jugar con muestro ser amado a tocarnos el uno al otro, sin las
manos: con la espalda, la cabeza, la oreja, las piernas, los antebrazos….
Otra opción consiste en “que primero uno toque y estimule
al otro, y después a la inversa, con masajes, caricias, soplidos, besos,
pellizcos, susurros, acompañados de música sensual, un aire cálido, aromas de
esencias y la luz de una vela.
Se
pueden experimentar y probar infinidad de estímulos sensitivos, lo cual es muy
placentero.
Por otra parte, una sesión de masaje sensual y relajante
puede constituir por sí misma toda una experiencia para los sentidos. Un masaje bien hecho no sólo
produce placer a quien lo recibe sino también a quien lo da, y la pareja no lo
olvidará fácilmente.
Antes de dar un masaje a la pareja, hay que estar
relajado, porque el contacto íntimo es tan estrecho que incluso los
sentimientos más profundos se transmiten, y comenzar con la mente despejada y concentrada en lo que
se hace
Se recomienda "respirar pausadamente, dejando que
los músculos se relajen, lo cual ayuda a aumentar el equilibrio interior y la
relajación del masajista”. El
masaje pone en marcha un canal de comunicación donde el que masajea habla con
sus manos y el que recibe responde con su cuerpo.
Se aconseja
aplicar aceite o crema en nuestras manos y aplicárle al otro suave y
sucesivamentemente con unas ligeras fricciones por la zona que masajearemos.
El masaje dorsal comienza con unos deslizamientos suaves
por toda la espalda, desde la nuca hasta el glúteo y de la columna vertebral
hacia fuera. Hay que tomar un glúteo con ambas manos y amasarlo, para después
subir en ese mismo lado del cuerpo, empujando la zona lumbar y dorsal, con
menos presión, hasta llegar al hombro y el trapecio. Una vez allí, hay que
bajar por el otro lado haciendo los mismos movimientos.
Después, presionar el sacro con la base de la mano,
trazando pequeños círculos, y subir desde allí pellizcando cada una de las
vértebras con movimientos muy lentos. Al llegar a la nuca, hay que presionar
ligeramente el hueso occipital, con los dedos índice y corazón, trazando
circuitos y desplazándolos hasta llegar detrás de la oreja.
Finalmente,
se baja otra vez por la columna, con ligeros pellizcos hasta terminar en el
sacro, de nuevo con pequeñas presiones. Para concluir este masaje, de veinte
minutos, hay que efectuar vibraciones recorriendo toda la espalda, con un
movimiento oscilatorio, indica el experto.
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